Cuidado: estás llegando a la Última Frontera. Continúa solo si ya conoces el secreto de Xein.
A pesar de que ir en su busca supone desertar, Rox tiene que saber si sigue existiendo la aldea donde nació, un sitio lleno de niños de ojos plateados. Quizá necesiten ayuda, y desde luego en la Ciudadela les vendrían bien más Guardianes.
Xein ha descubierto que la Última Frontera no es un castigo: tan solo es el sitio donde envían a los Guardianes que han averiguado la verdad sobre sí mismos y han perdido las ganas de vivir. Los monstruos que habitan al otro lado son aún peores que los que ya conocía, pero está decidido a acabar con unos cuantos antes de que llegue su hora.
Mientras tanto, en la Ciudadela está proliferando ese símbolo que Axlin había identificado como una fuente o una flor. Descubre que está asociado con la Senda del Manantial, una nueva filosofía cuyas raíces se remontan al tiempo anterior a los monstruos. ¿Quiénes eran los sabios del Manantial y por qué su símbolo ha resurgido precisamente ahora?
La verdad ha quedado oculta bajo tantas capas de mentiras que es difícil saber qué es real y qué es otra historia más.
En el primer libro de Guardianes de la Ciudadela averiguamos qué eran los Guardianes y, en el segundo, cuál era su origen, pero es en este donde viviremos una verdadera traca final de revelaciones de infarto. Laura Gallego ha ido dejando pistas para que el lector se haga las preguntas adecuadas: ¿de dónde vienen los monstruos? ¿Por qué es imposible deshacerse de ellos por completo? Las pequeñas incongruencias que ve Axlin en su mundo tienen una explicación: nada era lo que pensábamos.
Para hacer hueco a toda esta información, las escenas de acción se han visto recortadas. La emoción va aumentando hasta la mitad del libro y a partir de ahí no se mantiene gracias a luchas o aventuras, sino a puro misterio. La historia de Ruxus, Grixin y la Senda del Manantial es fascinante y lo único que lamentamos es que no haya durado más. Sin duda ha sido un acierto restarle protagonismo al romance entre Axlin y Xein, que pierde interés ya en el segundo libro, y dárselo a secundarios como Dex y Rox.
Con La misión de Rox, Laura Gallego cierra una saga de sobresaliente en la que hemos podido disfrutar de un mundo original y rico en detalles, pensado de principio a fin para que todo encaje, y de una protagonista que es el vivo ejemplo de que la pluma es más fuerte que la espada y de que todos, a nuestro modo, tenemos algo que aportar.