«—¿Qué es invierno? [...]
—Es un enorme espíritu blanco que se posa sobre la tierra como un manto, ocultándolo todo».
Alce vive en Lago Alto con su pueblo, el pueblo del verano. Al final de cada Verano Verde, emprenden el camino hacia el Verano Amarillo siguiendo a las aves migratorias. Dejan atrás las ofrendas que han preparado para que los dioses del invierno favorezcan su vuelta y la salud de sus animales y pastos: los frutos que han conservado, las mantas que han bordado y las pulseras que han tejido.
Pero esta vez la migración es diferente para Alce: ha heredado la Escucha del abuelo Espiga y se ha convertido en cuidadora y responsable de los animales del pueblo. Cuando descubre que el ave guía de la bandada, Ciruelo, tiene un ala rota, decide retrasar su migración para cuidarlo, y gracias a ello descubrirá, por vez primera, el invierno y todo lo que este tiene que ofrecer.
El amor y la fascinación por la naturaleza y el sobrecogimiento ante lo desconocido impregnan Migraciones, una novela llena de imágenes hermosísimas que se convierten en un canto de paz y respeto a los ciclos naturales y su belleza.
Así, los animales son también protagonistas indiscutibles y llenos de personalidad: Roble, el perro, Vaina, el lirón, y Ciruelo, el ave guía, forman la manada de Alce y resultan imprescindibles, al igual que los lobos o el enigmático caribú. Los demás personajes de la novela, como Nilak, Ivaana o Singajik, rebosan carácter y completan a la perfección el paisaje que Patricia García-Rojo pinta con tanto mimo.
A pesar de que no dejan de suceder cosas, no es una novela llena de acción y grandes giros argumentales. Migraciones es, en el fondo, una historia sobre la voluntad de escuchar, de tender puentes con lo diferente y aprender lo más posible de quien tenga algo que compartir; una novela pausada, a pesar de no perder ritmo en ningún momento, hecha para leer despacio y disfrutar de cada palabra.
Al leerla, escucha con atención a las aves guía y a tu corazón: te indicarán el camino a seguir.