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Mi amigo Pierrot
Jim Bishop

La Cúpula
La Comicteca de El Templo El Templo#103 (Diciembre 2024-Enero 2025)
Por Daniel Renedo
44 lecturas

Cléa adora la danza, sabe que posee el fuego y la entrega que esta necesita, pero su madre le asegura que la vida de artista no está hecha para ella y que le espera una mucho más grata: el hijo del conde del agua la ha elegido para que se convierta en su esposa. No obstante, cuanto Cléa siente es que todo va muy aprisa y que su vida no le pertenece. Ahora, de pronto, aparece en ella Pierrot, un saltimbanqui que le promete la libertad, si la desea.

Cuando la muchacha desaparece, tras haber acudido al festival de la luna junto a Berthier del agua en una especie de primera cita clandestina, el conde del agua deshereda al joven y lo exilia de la ciudad: ha deshonrado a la familia y no volverá a ser su hijo hasta que encuentre a la chica. Berthier se propondrá no solo traerla de vuelta, sino ante todo rescatarla de las garras del brujo que tiene la certeza de que la ha hechizado.

De esta forma, dan comienzo dos viajes muy distintos, propiciados por la aparición de un mismo sujeto: Pierrot.

«Me enseñaron mal lo que era el amor. Por eso he hecho este cómic», revela Jim Bishop, gran promesa de la bande dessinée francesa, en la dedicatoria de esta magna segunda obra independiente publicada en España por La Cúpula, a la que precediera la peculiarísima Una carta para Yodo.

Ambientada en una época de tintes medievales, cuenta una historia de fantasía en la que tanto la iniciación en la magia elemental como la pérdida de la inocencia son cruciales. En su centro también se encuentran anhelos del corazón tales como el deseo de libertad o el de ser amados, que se exploran con meticulosidad.

Por doloroso que el relato pueda llegar a ser, ya que se ahonda específicamente en el papel que el ego juega en las relaciones románticas y el peligro de, inconscientemente, cambiar unas cadenas por otras, tanto en lo narrativo como en lo visual es de una belleza desgarradora. El coloreado, que cuenta con la consistencia y opacidad similar a la de técnicas como la acuarela, abarca una amplísima gama de colores y permite al lector diferenciar unas escenas de otras al mismo tiempo que potencia las emociones de los personajes.

Y si bien la trama podría resumirse en un extenuante viaje de aprendizaje con un clímax épico, Mi amigo Pierrot es ante todo una obra para hacerse preguntas: ¿no es tanto o más extraño el mundo con sus convenciones que la propia magia? ¿Es el amor una quimera? ¿Son lo mismo la pasión y el amor? ¿Lloramos lágrimas de ego? ¿Existe una única forma de entender la libertad? ¿Consiste la libertad en quererse a uno mismo? ¿A quién se busca salvar cuando se emprende una misión de rescate? ¿Qué poder nos otorga el que alguien se enamore de nosotros? ¿A qué estamos dispuestos para sentirnos queridos?

En resumidas cuentas, Mi amigo Pierrot muestra lo enloquecedor de existir como seres sintientes y lo devastador de que, con las mismas palabras que se puede demostrar el amor, se pueda también engañar y manipular al otro.