La corriente atraviesa el universo, uniendo todos los planetas habitados por el hombre. Fluye a través de los seres vivos y es lo que hace los oráculos conozcan el futuro. También es la responsable de que todas las personas tengan un don, que se desarrolla en la adolescencia.
Akos es el hijo menor de una de las tres oráculos del planeta Thuve, pero ese no es el único motivo por el que todo el mundo ha oído hablar de su familia: tanto Akos como Eijeh y Cissi, sus hermanos mayores, han sido agraciados con destinos. Los oráculos ven los distintos caminos que puede tomar el futuro, pero, en algunas ocasiones, todos esos caminos confluyen en un mismo final. Ese final siempre está protagonizado por una sola persona: es su destino, y es ineludible.
Los thuvesitas comparten el planeta con los shotet, una civilización que vive al margen de los diez planetas principales que forman la Asamblea. Cyra Noavek es la hermana de Ryzek, el líder de los shotet, y también ellos dos tienen destinos. El destino de Ryzek lo ha vuelto despiadado y ha hecho que Cyra desarrolle un terrible don: cualquiera que la toque sentirá un dolor insoportable, el mismo que ella siente todo el tiempo.
Como puedes imaginar, los destinos de Akos, Eijeh y Cissi están entrelazados con los de la familia Noavek, pero nosotros no te vamos a desvelar nada más del argumento, para no estropearte las emocionantes cien primeras páginas. Tras ellas, el ritmo decae ligeramente y los personajes adquieren importancia. Akos y Cyra son dos estrellas que eclipsan a todos los demás. Akos es el héroe perfecto (aunque él lo niegue): un chico reflexivo, inteligente, leal y dispuesto a sacrificarse por sus seres queridos. Cyra es el claro ejemplo de que no existe el bien y el mal, que todo es cuestión de percepción: debido a su don, todo el mundo la tacha de monstruo, sin ver más allá.
Las marcas de la muerte es una obra mucho más madura que Divergente. Sigue teniendo una parte muy comercial, los dones y los destinos, pero es más verosímil que las cinco facciones de Divergente y está mucho mejor integrada en la ambientación. Lo que más nos ha gustado ha sido el argumento, un juego de ajedrez a vida o muerte donde cada peón tiene sus propios intereses, y donde Veronica Roth juega a hacernos creer que ya conocemos el desenlace… pero estamos seguros de que encontrará el modo de sorprendernos.