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El maravilloso viaje de Xía Tenzin
Patxi Zubizarreta

Edelvives
¿Solo para niños? El Templo#11 (agosto 2009)
Por El hombre que leía demasiado
11.378 lecturas

Xía Tenzin mide dos metros y cuarenta centímetros, por lo que muchos en el Tíbet, su tierra, le consideran un gigante. Esa peculiaridad física ha provocado la burla por parte de algunos y el asombro por parte de casi todas las personas con las que se encuentra. Al inicio de este relato, Xía emprende un viaje con una doble finalidad: por un lado, ver el mar; por el otro, encontrar a su desaparecido padre que, hace años, también partió en busca del mismo objetivo sin que se haya vuelto a saber de él desde entonces.

El momento de iniciar su camino llega para Xía Tenzin cuando una lluvia de mariposas cubre los cielos, tal y como le vaticinó el brujo al que acudió en busca de consejo. Tras despedirse de sus seres queridos (su hermana, un amigo y su perro) inicia a pie esta fascinante aventura. En él encontrará peligros, imprevistos, alegría y dolor, sorpresas y... puede que hasta el amor. De algunas de esas cosas ya le había advertido el brujo de su aldea, pero de muchas otras, no. Y es que en todos los viajes, al igual que en la vida, nos encontramos con elementos esperados e inesperados. De eso nos habla esta historia.

Con un lenguaje muy poético, seguimos las aventuras de este gigantón, noble y de buen corazón, a lo largo de las páginas de esta novela corta o relato largo de algo menos de cien páginas. Una lectura muy ágil favorecida por la brevedad de los capítulos y por el tamaño de la letra, bastante grande (no olvidemos que es un libro recomendado para lectores a partir de ocho años).

Este libro nos recuerda un poco a Una dulce historia de mariposas y libélulas (Jordi Sierra i Fabra), tanto por el tono poético como por la historia, ya que ambas cuentan el trayecto de un personaje a lo largo de un país tan exótico como es China.

En cuanto a las ilustraciones de Jacobo Muñiz, quizás algo de color hubiera ayudado a transmitir mejor el viaje de Xía Tenzin. Con respecto a la representación visual del protagonista, correcta en cuanto a su gran tamaño, se echa en falta más expresividad en su rostro. Lo que sí resulta curioso es el detalle de la ropa de los personajes, hecha con retales de tela auténticos.

En definitiva, una preciosa historia para almas sensibles, tengan la edad que tengan, y desde luego, no sólo para niños.