Antaño, el mar estaba a disposición de cualquiera que se atreviera a navegarlo. Pero de aquellos tiempos queda poco más que el recuerdo, y las aguas se han convertido en el territorio de Aric Athair y sus Balas. Plantarles cara es un suicidio; además de los barcos con la mejor tecnología, Athair cuenta con los piratas más letales: en cuanto los incorpora a su tripulación comienza a suminsitrarles Limo, una droga que los hace tan dependientes como sanguinarios.

Son pocos los que tienen el valor necesario para adentrarse en el mar y enfrentarse a la amenaza de los Balas. Entre esos pocos se encuentra la Fantasma, la nave capitaneada por la madre de Caledonia.

Un fatídico día, los Balas encuentran la Fantasma y la vuelan en pedazos. Las únicas que sobreviven son Caledonia y su mejor amiga, Piscis. Cuatro años después, Caledonia tiene una nueva tripulación, compuesta de chicas sin hogar de y dos promesas: vengar a su familia y nunca fiarse de un Bala. El problema aparece cuando se le presenta la oportunidad de cumplir la primera promesa… pero para lograrlo tendrá que romper la segunda.

En Mar de fuego, las protagonistas no tienen ni un segundo de respiro: se nos presentan nuevas batallas y nuevos peligros casi en cada capítulo. Y no son peligros cualesquiera: esta novela mezcla la ambientación típica de las historias de piratas con algunos elementos que le dan un toque de ciencia ficción, como velas de energía solar o barcos con cascos electromagnéticos.
Los únicos momentos en los que Caledonia y sus chicas pueden descansar aparecen cuando se paran a trazar un plan o a reflexionar en cómo les afectan las aventuras que van viviendo. Porque, aunque la acción está siempre presente en el argumento, el monólogo interior de Caledonia también ocupa un puesto muy importante.

Pero lo más característico de la novela es su sororidad. Aunque las chicas se enfrentan menudo, siempre lo hacen desde el amor y la preocupación por sus compañeras. La relación de confianza extrema entre Piscis y Caledonia, unidas por los años, la amistad y el dolor, resulta especialmente enternecedora. Como dice el lema de su barco:

En los confines del mar, ¿en quién confiamos? En nuestras hermanas.
Luchamos juntas, o no luchamos.