En el mundo en que vivimos existen las pesadillas. No hablamos de dormirte el día de selectividad o que se te rompan los pantalones en una discoteca. Nos referimos a los hombres lobo o las sirenas, y si nunca has sido atacado por ninguna es gracias a los luminarios, una sociedad secreta que vela por el bien del mundo, erradicando a las criaturas malignas que lo pueblan.
La familia de Winnie era una de las estirpes más fieras de los luminarios de Norteamérica, pero fue exiliada cuando descubrieron que su padre era en realidad un espía de los brujos que utilizan la energía de las pesadillas para aumentar su poder, enemigos mortales de los luminarios.
A punto de cumplir dieciséis años, Winnie desea con todas sus fuerzas recuperar el estatus de su familia, exiliada y marginada. Para ello ha estado preparándose en secreto para presentarse a las pruebas para convertirse en cazadora, como lo han sido todas las mujeres de su familia.
Cazar un monstruo no es tan difícil, y menos para Winnie, aunque una cosa es leer en un libro sobre los ojos de un basilisco o las garras de una banshee y otra muy distinta es enfrentarse a uno de ellos en el mundo real.
Los luminarios es el inicio de una saga que promete grandes dosis de aventuras y misterios por resolver, aunque en este primer tomo nos hemos encontrado con una trama introductoria y algo lineal, donde se plantean muchos interrogantes y apenas se esbozan respuestas. Winnie es una protagonista convencional, al igual que los secundarios. Es en la ambientación, bastante cuidada, donde reside nuestro interés por esta trilogía, cuyo segundo tomo será publicado el próximo mayo. Además, la novela deja entrever algunos detalles que nos han dejado con ganas de más, sobre todo en lo relacionado con el padre de la protagonista, ese brujo malvado que quizá no lo sea tanto.
Por otro lado, la ambivalencia entre la novela de corte realista (la primera aventura de Winnie no deja de ser un coming of age) y la fantasía está ejecutada con gusto y otorga la dosis exacta de humor, romance y misterio que una novela juvenil necesita.