«Lo peor de hacerte mayor, y vaya si cuesta aceptarlo, es que en adelante ya no solo pagas por lo que haces. A veces tienes que pagar sin haber hecho nada».

A Silvia, una chica de dieciséis años, ese momento de hacerse definitivamente mayor la sorprende en París. Allí se va a rodar una película que cuenta con Silvia como protagonista y que, según su director, va a convertir a la chica en una gran promesa del cine europeo. Con el mundo aparentemente a sus pies, Silvia probará de primera mano el sabor del éxito, pero también tendrá que afrontar una gran cantidad de responsabilidades que no tardarán en poner todo patas arriba.

Al mismo tiempo, Laura e Irene, las mejores amigas de Silvia, observan desde Getafe, su ciudad natal, cómo repercute allí el éxito de Silvia y cómo afecta a su amistad. En el instituto no se habla de otra cosa, y a ellas, sin dejar de alegrarse por su amiga, no les resulta nada fácil observar cómo Silvia vive una vida de ensueño en la capital francesa mientras ellas tienen que soportar el instituto, los deberes y las exigencias de sus padres.

El éxito, qué supone convertirse en una persona adulta y los peligros que conlleva no estar preparado para ello son los pilares en los que se basa esta novela que cierra la Trilogía de Getafe, uno de los títulos más destacables dentro de la obra juvenil de Lorenzo Silva.

El libro, que se puede leer independientemente de las dos primeras entregas de la trilogía, está narrado en primera persona por Laura desde Getafe y por Silvia en forma epistolar desde París, y el contraste entre dos escenarios tan dispares (la cotidianidad de la vida en Getafe dista mucho de la magia de París y de la belleza de los lugares que Silvia describe en sus cartas) resulta uno de los puntos más interesantes del libro.

De esta forma, y a través de las reacciones de las chicas ante el éxito de Silvia, Lorenzo Silva demuestra no tener ningún problema a la hora de meterse en la piel de una adolescente y comprender sus conflictos y su manera de afrontarlos.

Por otra parte, el estilo no defrauda a los que somos seguidores de la obra del autor, pues conserva su capacidad de decir mucho y decirlo muy bien a través de una forma maravillosamente sencilla.