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Llamadme Nathan
Catherine Castro, Quentin Zuttion

Atisberri
La Comicteca de El Templo El Templo#71 (agosto 2019)
Por Ricardo Cuesta
1.623 lecturas

Nathan no soporta ponerse vestidos. Tampoco aguanta mirarse al espejo y descubrir que le están creciendo los senos, o el hecho de que cada mes le baje la regla. No importa lo que perciben los demás cuando la miran: él es un chico y su nombre es Nathan, no Lila.

El caso de Nathan no es aislado, pues refleja la situación por la que pasan muchos jóvenes trans en la actualidad. De hecho, está inspirada en el proceso de transición que llevó Lucas, un amigo de la guionista Catherine Castro. Quizá por ello refleja tan bien cómo es para estos jóvenes no identificarse con el género que les asignaron al nacer y el largo proceso hasta que consiguen sentirse bien con su propio cuerpo: disforia, visitas al psicólogo, inyecciones, operaciones, cambio en el registro civil... Además, Catherine Castro encuentra el tono perfecto para la historia: sin caer en el dramatismo, pero tampoco edulcorando la situación. Sin embargo, esto no le quita crudeza a la trama, que es capaz de conmover al lector en más de una ocasión. Pero no solo presenciamos el punto de vista de Nathan; Catherine Castro aprovecha para contar también la perspectiva de los padres, su hermano o sus amigos y cómo afecta todo a sus respectivas vidas. Eso sí, sin restarle protagonismo en ningún momento a Nathan.

En cuanto al dibujo, Quentin Zuttion hace un uso magnífico de las acuarelas. Las viñetas no están delimitadas, lo que permite que el artista dé rienda suelta a su creatividad, como en las que retrata la disforia de género de Nathan, realmente memorables.

La tendencia actual es la de crear relatos que traten temas LGTB pero sin ser estos el foco principal en torno al que gire la historia. En ese sentido Llamadme Nathan se queda un poco atrás, pues se centra exclusivamente en el proceso de transición de Nathan. Sin embargo, eso no le quita valor, ni mucho menos calidad. La forma de contar la historia de Catherine Castro unida al dibujo de Quentin Zuttion conforman un tándem perfecto que nos ha encantado. Sin duda, estamos ante un cómic más que necesario, creado con cariño y con el deseo de ayudar a otros jóvenes trans que estén pasando por la misma situación.