Lector prínceps: dícese de aquel lector con poder de atraer los mejores libros, capaz de encontrar más detalles en la lectura y mejorar los textos con solo leerlos.
Juan descubrió que era un lector prínceps el verano en que sus padres se separaron. El término provenía de su tío Tito, el excéntrico y divertido familiar con el que pasó las vacaciones mientras sus progenitores lidiaban con el divorcio. Aquel adulto difería de cuantos había conocido antes: vivía una existencia contemplativa en su biblioteca, recluido entre páginas y con el menor contacto social posible. Hasta que llegó él.
El niño devolvió la vida al caserón. Los libros lo buscaban y se mostraban ante él. Por eso, tío Tito confiaba en que encontrase el libro que se ocultaba ante los lectores normales, el que no se dejaba leer, porque todavía se estaba escribiendo: el libro salvaje.
Al contrario que otros «elegidos» de la literatura, Juan es —y se considera a sí mismo— un chico normal. Nos narra la historia desde el futuro con una humildad que combina a la perfección con el tono más fantasioso de la trama: los libros hacen magia, pero son las personas quienes los crean. Así, cuestiona en cierto modo la actitud del tío, tan alabada en otras obras; quien solo vive en los libros no vive de verdad. Y menos aún si nadie lo acompaña en el camino. Juan sabe que necesita de los otros: su «no-novia» Catalina, su hermana Carmen y, cómo no, el tío Tito, para descifrar el enigma que es la vida.
Nos gusta esta aproximación. Otras obras ensalzan tanto la imaginación que pecan de olvidar la acción. En El libro salvaje aprendemos la importancia del equilibrio entre ambas. Juan Villoro, que comparte más que nombre con el protagonista, no mitifica la literatura. ¡Hasta hay libros malvados!
Por supuesto, eso no ensombrece el homenaje mayúsculo a nuestro arte favorito: hallamos grandes recomendaciones literarias, citas para enmarcar y varios guiños a los bibliófilos. Si te gustó Persona normal, de Benito Taibo, te recomendamos que conozcas a su predecesor.
Cuando leas, recuerda las palabras del autor: «Los grandes lectores le agregan algo a los libros, los hacen mejores». Con esta filosofía, ni El libro salvaje ni ningún otro se te resistirá.