En la introducción a la que sería su novela más conocida, Nathaniel Hawthorne nos cuenta una anécdota personal: cuando estaba trabajando en la aduana de Salem, se encontró un viejo baúl perteneciente a uno de sus predecesores en el cargo. En él se hallaba una misteriosa letra «A» de tela y un manuscrito que contenía la historia de una mujer extraordinaria, una tal Hester Prynne que, tras cometer adulterio, fue marginada por la sociedad puritana y condenada a llevar una letra escarlata cosida a su vestido toda su vida.
En realidad, todo esto es ficticio: aunque Hawthorne trabajó en la aduana, no encontró ningún baúl ni Hester Prynne existió en la vida real. Pero el mensaje fundamental de esta obra, que se ha convertido en un clásico de la cultura estadounidense, es igual de relevante tanto entonces como ahora.
La letra escarlata, publicada en 1850, nos transporta al siglo XVII, a la colonia de la bahía de Massachusetts (lo que hoy en día es Boston), donde un grupo de puritanos ha fundado una sociedad «ejemplar» para el resto del mundo. Para los puritanos la religión es la ley, y Hester Prynne ha cometido un pecado: a pesar de que su marido desapareció al poco de llegar al «Nuevo Mundo», acaba de dar a luz a un bebé. La identidad del padre se desconoce, y la mujer se niega a revelarla. Como castigo, la letra escarlata. El mismo día de su sentencia, en la plaza del pueblo, se hallan los dos hombres centrales a los acontecimientos: el padre del bebé, nada más y nada menos que el respetado reverendo Dimmesdale, y el marido desaparecido de Hester, que ha regresado a tiempo para jurar venganza al padre de la pequeña Pearl, sea quien sea.
La letra escarlata es la historia de resiliencia de una mujer que sobrevive al aislamiento de su comunidad. Lejos de recrearse en la tragedia, la novela hace de Hester un personaje fuerte y digno mediante el que su autor (descendiente de los mismos puritanos retratados en la novela) reflexiona sobre el bien y el mal, el pecado y la hipocresía de una sociedad despiadada en su rigidez.
La historia transcurre a lo largo de siete años, durante los cuales Hester cría a su hija en solitario, y la letra escarlata se convierte en parte de su identidad. Hawthorne emplea un estilo lleno de símbolos, paradojas e ironía y presenta un interesante análisis de los tres personajes principales: Hester, cuya vida en los márgenes le proporciona libertad de pensamiento; Dimmesdale, carcomido por una culpa que es incapaz de confesar, y el doctor Chillingworth, empeñado en atormentarlo todo lo posible. A esto se suma una ambientación gótica impregnada de misterio, característica del romanticismo oscuro estadounidense al que también pertenecen contemporáneos como Edgar Allan Poe o Herman Melville.
Si algo nos deja claro La letra escarlata es que la sociedad margina a aquellos que rompen las normas, pero también que, a veces, es frente a la adversidad cuando descubrimos quiénes somos. Al final, todos tenemos nuestras letras escarlatas; lo importante es recordar que la naturaleza humana es mucho más que una etiqueta.