En Aremoria, la magia es una fuerza olvidada: con el paso de los años ha quedado en estado latente por la división política que separa los reinos de Innis Lear y Aremoria. Una alianza política entre ambos podría reestablecer el poder que una vez recorrió estos territorios.
«Cuando los santos canten y los inquietos se levanten, el dragón arderá, el león se desmoronará y el lobo el final decidirá», afirma la profecía. Las protagonistas del vaticinio no son otras que Hal Bolinbroke, Banna Mora y la mujer que se sitúa entre ellas: Lady Isarna Hotspur.
Una reciente rebelión ha destituido como heredera del trono a Banna Mora, la reina que lleva toda la vida formándose para ello, y ha puesto directamente en la línea de sucesión a su amiga Hal, que se encuentra más cómoda en la corte ilegítima del Desgobierno. Lo que era una amistad cercana se convierte en un juego político, que decidirá el futuro de los reinos.
Con Lady Hotspur, continuación independiente de Las reinas de Innis Lear (hasta ahora no publicada en España), Tessa Gratton se adentraba en una ambiciosa tarea: reinterpretar el Enrique IV de Shakespeare. La autora ha optado por una reescritura en código queer de la obra original, invirtiendo el género de sus protagonistas y haciendo de la lectura homoerótica un elemento central de la obra.
La novela de Gratton tiene muchas virtudes: no solo reinterpreta de manera original y pertinente la obra de teatro, sino que lo hace con un estilo hermoso y poético, que le permite crear escenas en las que combina la tensión dramática de los personajes con los detalles del género fantástico: se vale de una magia ancestral basada en las fuerzas de la naturaleza.
A partir de sus tres protagonistas, y otros personajes secundarios —los inolvidables Rowan y Connley— que conforman su narración coral, se construye la obra magna que es Lady Hotspur. Sus casi ochocientas páginas son un pulso lector muy gratificante en cada una de sus escenas por la cuidada prosa de la autora y la profundidad de las relaciones humanas que refleja.
Versionar el canon literario solo es un acierto cuando el resultado es tan complejo, intenso y épico como Lady Hotspur.