Ganta tiene sueño, mucho sueño. El pobre es insomne, y entre bostezo y bostezo las largas mañanas en el instituto se le hacen eternas. Tras pasarse toda la noche sin pegar ojo, la mejor solución para echar una cabezadita sin arriesgarse a ser descubierto es escabullirse al observatorio abandonado del instituto, donde nada ni nadie podrá interrumpir su reparadora siesta.
Nadie, salvo otra insomne, claro.
Y es que su compañera Isaki, que tampoco es capaz de conciliar el sueño, ha tenido la misma idea. Aunque al principio se muestren reticentes a compartir su refugio, con el tiempo y el amor aprenderán que juntos se duerme mejor (aunque, si alguien les pregunta, ellos lo negarán rotundamente, por supuesto).
Eso sí, si quieren mantener su tapadera sin que nadie les descubra no todo va a ser dormir. ¡Hay que resucitar el viejo club de astronomía! Al fin y al cabo, qué mejor tarea para dos insomnes que observar las estrellas en compañía…
La ansiedad y el insomnio aquejan a cada vez más adolescentes. El mal endémico de nuestra generación se ceba especialmente con los jóvenes japoneses, y no puede sino conmovernos que Makoto Ojiro lo haya convertido en la premisa de un manga romántico tan divertido. El dibujo y el guion, ambos muy claros, sin grandes alardes pero siempre muy precisos, privilegian los primeros planos, y ponen todas sus herramientas en favor de la expresividad de los personajes.
Con un ritmo lento pero siempre agradable, con esa calma y ese calor que solo se experimentan a la hora de quedarse dormido, se construye poco a poco una dinámica tan tierna como inocente, de esas en las que cada mirada y cada rubor esconden un mundo de sentimientos que no se dicen en voz alta. De esas que calientan el corazón y dejan como poso un apremiante deseo de enamorarse.
Con tan solo tres tomos publicados en España, a Insomniacs After School le quedan todavía muchas páginas por delante hasta que Ganta e Isaki puedan por fin descansar. El inicio de la serie promete, y si no te duermes en los laureles puedes ponerte al día antes de que coja carrerilla. No vaya a ser que luego tengas que pegarte el atracón… y te quite el sueño.