¿Quién no ha soñado alguna vez con alojarse en un lujoso resort en medio de la montaña durante las vacaciones de Navidad? El hotel Winterhouse alberga todo lo que buscas: trece plantas, una magnífica biblioteca, cuadros tétricos, su propia receta de caramelos... y algún que otro espíritu.

Elizabeth Sommers fantasea con vivir aventuras fuera de sus amados libros. Su vida, desde luego, jamás aparecería en una novela: solo es una huérfana pobre que vive con unos tíos lejanos antipáticos y estrictos. Nunca celebran las fiestas ni se dan caprichos.

Sin venir a cuento, un día le informan de que la envían a pasar las Navidades, sola, al hotel Winterhouse. A hurtadillas, Elizabeth descubre que unos benefactores misteriosos ofrecieron a sus tíos unas vacaciones pagadas si la enviaban al hotel… y ellos aceptaron sin dudarlo.

Como lectores, acompañamos a Elizabeth en su incertidumbre: por una parte, por fin vive una aventura, pero por otra se cuestiona por qué alguien querría enviarla al hotel. A través de sus ojos, descubrimos el imponente hotel, sus maravillas y misterios, y lo más importante (e interesante): a sus huéspedes. Además del dueño del hotel, conocemos a la bibliotecaria, a Freddy, su primer amigo verdadero, y a una inquietante pareja que siempre viste de negro y transporta libros en una caja demasiado parecida a un ataúd.

Nos encanta el tono clásico por el que Ben Guterson ha optado al narrar la historia de Elizabeth; no es la primera novela que leemos sobre huérfanos con secretos, ni será la última, y parece que el autor reconoce sus influencias y les rinde un homenaje. De hecho, Elizabeth, como voraz lectora, sirve como presentación de recomendaciones literarias. También destaca su amor por los juegos de palabras, sobre todo los anagramas, con los que empiezan los capítulos, y que serán imprescindibles en la resolución del misterio.

Hotel Winterhouse cuenta con unos anfitriones de lujo —Ben Guterson como escritor, Chloe Bristol como ilustradora y Marcelo E. Mazzanti como traductor— para transmitirnos esta merecida oda a la literatura clásica infantil.