La humanidad estaba al borde de la extinción hasta que aparecieron en el cielo los leviatanes, una especie extraterrestre de naves vivientes, que tendieron la mano a los habitantes de la tierra para salvarlos de su propia destrucción. Pero ¿cuál es su verdadera intención? ¿Son los leviatanes la amenaza a la que se enfrenta la humanidad o habrán de unirse a ellos para derrotar al auténtico enemigo?

Zara Cole es una ladrona que vive en los Ochos Bajos, porque prefirió quedarse y sobrevivir como le fuese posible antes que irse a Marte con su madre y su hermana. ¿Quién podría esperar que ella se convirtiera en uno de los cien Honores de este año? Menos aun cuando, tras atracar a una persona importante y ser traicionada por alguien a quien creía de confianza, acaba en Camp Kuna, un centro de rehabilitación para jóvenes problemáticos.

Zara es elegida junto con otra joven, Bea, para ir durante un año a bordo del leviatán Nadim, quien aún no ha sido capaz de forjar con ninguno de sus anteriores tripulantes el vínculo que se requiere para embarcarse en el Viaje. Su destino dependerá de lo que descubra a bordo de Nadim, pero, ante todo, de ella dependerá el destino de la humanidad.

Rachel Caine y Ann Aguirre crean un mundo sólido en el que la música une a dos civilizaciones que, a simple vista, pueden parecer completamente opuestas. La adaptabilidad y la empatía pasan a tener un papel fundamental dentro de la novela, donde un pequeño grupo de personajes imperfectos e inconformistas toman el control del argumento. Por ello, esta primera parte tiene un ritmo lento que, sin embargo, atrapa por completo al lector. En seguida, este se encariña con la tripulación, incluyendo a Nadim, aunque él sea el propio medio de transporte. 

Honor entre ladrones es un viaje hacia lo desconocido repleto de misterios. La novela crea, a través de sus personajes y las relaciones que estos mantienen, un vínculo con el lector que perdura incluso después de haberla terminado. Este primer volumen carece de una historia de amor propiamente dicha, pero a su vez está repleta de actos de amor. Y el amor, casi siempre, implica valentía, algo que a Zara Cole no le falta.