Como cinco años no se cumplen todos los días, hemos decidido dedicar esta sección tan personal de nuestro número aniversario a la que consideramos una de las obras juveniles más importantes de la literatura. Aquella donde está el auténtico «Templo de las Mil Puertas»: La historia interminable.
Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado...
Huyendo de los abusones de su colegio, un chico regordete llamado Bastian Baltasar Bux se esconde en la librería del señor Koreander. Allí encuentra un libro cuyo título, La historia interminable, llama tanto su atención, que Bastian no duda en robarlo para poder leerlo. Es en el desván del colegio donde Bastian abre La historia interminable y se sumerge en sus páginas por primera vez.
La «otra» historia comienza con un mundo, Fantasia, cuya soberana, la Emperatriz Infantil, ha caído enferma. La desconocida y extraña dolencia de la joven está teniendo graves consecuencias sobre todo Fantasia, y es que a medida que ella se debilita, el propio mundo va desapareciendo. Es entonces cuando la Emperatriz manda buscar a Atreyu, un joven guerrero a quien encomienda la misión de salvar Fantasia. Atreyu desconoce qué tiene él de especial para haber sido elegido, pero no duda ni un segundo; su valentía le llevará a los lugares más recónditos y a enfrentarse a todo tipo de peligros en busca de la cura para la Emperatriz.
Bastian no puede dejar de leer. La aventura de Atreyu le tiene fascinado. Probablemente por eso —y también porque él es un muchacho un poco cobarde y bastante patoso— tarda un tiempo en darse cuenta de que a quien necesitan para salvar Fantasia es al propio Bastian.
Es de locos: el niño al que buscan en la historia es el mismo que la está leyendo. Pero, ¿cómo puede un humano entrar en un libro?
Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque papá o mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...
Tres películas, dos series, una ópera, un ballet y más de treinta y seis traducciones. Este es, de momento, el balance de La historia interminable.
Las versiones cinematográficas, a pesar de ser antiguas, son las que han transmitido mejor uno de los aspectos más impresionantes de la historia: la ambientación. Fantasia (que ya fue analizada en el «Lugares Fantásticos» del número veintiuno de la revista) es rica en criaturas, paisajes, lugares y leyendas; es un mundo estudiado hasta el más mínimo detalle, el marco perfecto para unos personajes y una historia llenos de luces y sombras.
Sin embargo, no por la belleza de la ambientación o lo trepidante de la historia podemos dejar de lado el mensaje que se esconde en las páginas del libro. La historia interminable es probablemente la obra que mejor transmite la magia de la lectura; ya sea con explicaciones directas, con juegos de palabras o a través de leyendas. Ende habla al lector de la mentira y la verdad, de la importancia de ser fiel a uno mismo, del valor de los amigos y, por encima de todo, de lo importantes que son los libros.
Por esto mismo, leer La historia interminable no solo supone dejarse entretener por la aventura, sino descubrir cuáles son las cosas importantes de la vida y lo fundamental que es luchar por ellas. Y es que aunque la historia de Bastian es pura fantasía, con ella también aprendemos a enfrentarnos a la realidad.
Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...
La historia interminable no está hoy aquí solo por haber dado nombre a El Templo; más bien se podría decir que El Templo no estaría hoy aquí si Ende no hubiese escrito La historia interminable. Alabada por jóvenes, por adultos, por lectores y por escritores de todo el mundo, esta es la historia que nos enseñó que los libros son puertas. Puertas a otros mundos, a experiencias increíbles y a personajes inolvidables. Puertas que los templarios, y todos nuestros lectores, decidimos cruzar a diario en nuestra incansable búsqueda de aventuras.
Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastian hizo entonces.
Imprescindible.
Fue el primer libro que leía. Tenía diez u once años.
Se lo recomiendo a todo el mundo que aún no lo haya leído.