Las descendientes de las Moiras siempre vienen de tres en tres: una hila, otra teje y la última corta. Ío es una cortadora, lo que significa que no solo tiene el poder de cercenar una vida, sino también el de segar los demás hilos que conforman una persona y que la conectan con aquello que más le importa, desde su familia y amigos hasta un lugar o comida preferidos.
Ío no es exactamente feliz, pero vive lo más apacible y honradamente que puede como detective privada, al menos hasta que su camino se cruza con el de un espectro vengativo. Sin quererlo, la joven se ve envuelta en una peligrosa investigación alrededor de unas mujeres que, vagando con su hilo de la vida deshilachado, deberían estar muertas, pero se dedican a matar en aras de la justicia. Además, la mismísima reina de la mafia la obliga a trabajar precisamente junto a Edei, el chico destinado a ser su alma gemela y que ya está enamorado de otra.
Sin duda, el aspecto más atrayente de Hilos que unen es el peculiar mundo que presenta: una ciudad decadente que queda medio sumergida con la marea alta, unos bajos fondos regidos por las mafias, un lugar donde los descendientes de antiguos dioses, como las Moiras, las Musas o los Oniros, se enfrentan continuamente a la discriminación.
Así, este libro cuenta con una ambientación única, poblada de personajes con capacidades particularmente interesantes y evocadoras. En todo caso, cabe decir que la originalidad del mundo y sus normas conlleva en varios momentos una excesiva descripción que ralentiza la lectura y puede llegar a sacar a uno de la historia.
Por otro lado, a veces se hace difícil empatizar con los personajes y sus relaciones. Se abordan además temas complejos y controvertidos, a menudo de refilón, y dinámicas abusivas que pueden resultar dolorosas según la sensibilidad o disposición del lector.
En definitiva, con sus más y sus menos, Hilos que unen es un libro entretenido, aunque no adictivo, que consigue crear algo fresco y nuevo partiendo de algo tan conocido y querido como la mitología. Se trata de la primera parte de una bilogía escrita por Kika Hatzopoulou, cuya secuela, Hearts That Cut, será traducida próximamente al español por Nocturna Ediciones.