¡Cuidado! Esta reseña contiene spoilers de Tributo.
El mundo de los humanos y el de los feéricos nunca han hecho una buena pareja. Los humanos que caen en las redes de las criaturas de Faerieland suelen terminar convertidos en marionetas o cascarones vacíos, mientras que los feéricos exiliados en el mundo mortal enferman por la omnipresencia de aquello que, por naturaleza, les hace daño: el hierro.
Quizá se podría decir que Kaye Fierch, una feérica cambiada por un bebé humano al nacer, domina ambos mundos. Con su hechizo activado, parece una adolescente más o menos corriente, pero bajo esa apariencia se encuentra una ninfa de piel verde como el musgo, ojos negros como pozos, dedos anormalmente largos y alas ligeras.
La verdad es que se siente una intrusa tanto fuera como dentro de la colina. Mantener su apariencia humana delante de su familia es cada vez más asfixiante, y desde que Roiben derrotó a Nicnevin y se convirtió en rey de la Corte Oscura, este parece empeñado en alejar a Kaye de su despiadada corte, que la ve únicamente como la mayor debilidad y amenaza del rey, pues posee su corazón y su nombre.
Para bien o para mal, cuando el día de su coronación Kaye le declara su amor siguiendo una engañosa tradición, Roiben se ve obligado a encomendarle una prueba para demostrar que es merecedora de ser su consorte. Pero el reto roza lo imposible: debe encontrar a un feérico capaz de mentir.
Así, mientras Roiben se prepara para una guerra entre la Corte Oscura y la Luminosa y el inevitable encuentro con la sagaz Silarial, Kaye decide buscar una solución por su cuenta y se une al tablero de juego de los feéricos una vez más, con la ayuda de Corny, consumido por un extraño deseo de venganza, y Luis, un humano capaz de revertir cualquier hechizo.
Al igual que los tomos anteriores, Hierro es una historia corta pero impregnada del folclore y tejemanejes de las hadas; en ella, encontramos un nuevo repertorio de ingeniosos ardides y artimañas y retomamos la historia de Kaye, Roiben y Corny (protagonistas de Tributo), con la aparición especial de Luis, Val y el resto de la pandilla de Valor.
Si bien Tributo posee una trama más destacada, Hierro no pierde la magia que caracteriza a esta primera trilogía ambientada en Faerieland. En esta novela, Holly Black vuelve a hacer gala de su ingenio para dar cierre a la historia de la Corte de las Termitas, que aparece de nuevo en la trilogía de Los habitantes del aire.
No hay duda de que la ambientación y el estilo de Holly Black son adictivos; por eso, desde El Templo recomendamos una vez más que olvides la realidad por unas horas y te adentres en el oscuro y caprichoso mundo de las hadas.