Atención, lector: esta reseña contiene trazas de Nunca seré tu héroe. Si no lo has leído y tienes intolerancia a los spoilers, puede que te provoque una reacción alérgica.
La nata-fresa se ha estancado para Andrés Díez. Era algo de esperar: tras el navajazo se ha convertido en un héroe de verdad y todo el mundo sabe que los héroes viven entre montañas de dulce fresa. Pero, como siempre, algo ha debido de salir mal, ya que, en lugar de placeres y maravillas, Andrés siente que se ahoga en la nata, que está más pringado que nunca...
Para empezar, tiene el problema de los nazis, que han resultado ser peligrosos de verdad y siguen mandándoles amenazas a él y a Jorge. Jorge, que antes parecía tan seguro de sí mismo y ha quedado reducido a un endeble manojo de dudas y reproches: ¿por qué se marchó su padre? ¿Lo querrá dejar Sara...? Sara. Oh, Sara, que le tiene la cabeza hecha un lío con sus idas y sus venidas y sus indirectas que no lo son... Y los estudios, y Dani, y la empresa de cremas, y el problema de Belén, y el trabajo para la editorial, y las tiras cómicas de Retoñito...
Con su nueva condición de héroe, Andrés siente más que nunca que debe ayudarlos a todos. Incluso si eso significa que la nata lo devore por completo.
Diecisiete años después de la publicación de Nunca seré tu héroe, María Menéndez-Ponte ha retomado la historia, y es increíble comprobar que la voz de Andrés sigue igual de fresca que entonces. Mención aparte merece el desarrollo de su personaje tras lo ocurrido en la primera parte: ha madurado muchísimo, y es muy difícil no identificarse con sus cambios de humor, sus dudas a la hora de tomar decisiones, sus ideas, sus reflexiones...
La prosa desenfadada de la autora y la introducción de nuevas tecnologías como el whatsapp o los blogs acercan la historia a la realidad. Y la cosa no queda ahí: se tratan con naturalidad temas tan a la orden del día como la violencia de género, el bullying a través de las redes sociales, los refugiados o la crisis económica, que consiguen provocar la sensación de que todo pudiera estar ocurriendo en el barrio de al lado.
En definitiva, si nunca has sabido cuál es la buena en lo de la cal y la arena, pásate a la nata-fresa de Andrés. Muy a su pesar, sus desventuras en Héroe a mi pesar no te decepcionarán.