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La Guardiana de las Polillas
K. O’Neill

La Cúpula
La Comicteca de El Templo El Templo#93 (abril-mayo 2023)
Por Daniel Renedo
975 lecturas

Hace miles de ciclos lunares, el Espíritu Lunar pasaba las noches vagando solo por el cielo del desierto. Todas las criaturas vivían de día y dormían de noche, hasta que, una noche, una codorniz que había perdido la noción del tiempo vio, de regreso a su aldea, al Espíritu Lunar llorando. Después de contárselo al resto de aldeanos, determinaron aprender a vivir bajo la luna y las estrellas. El Espíritu Lunar agradeció el amable gesto del pueblo obsequiándoles sus polillas lunares encantadas y les enseñó a cuidarlas para que, una vez al año, polinizaran la Flor Nocturna, un árbol que haría que sus vidas en la noche del desierto fuesen más fáciles.

La comunidad en la que vive Anya lleva ocupándose de los insectos desde entonces, y la joven ha elegido tomar el camino de una figura clave dentro de esta: la de Guardián de las Polillas. Como Guardiana, deberá portar el farol que evite que las polillas lunares regresen a las estrellas, puesto que, de ocurrir, la Flor Nocturna no volvería a florecer. Pero primero habrá de aprender de su predecesor y habituarse a la soledad de la noche.

El tándem de La Cúpula y El Brúfalo Lector nos trae La Guardiana de las Polillas, la obra más reciente de le ganadore de dos premios Eisner, K. O’Neill. Se trata de una novela gráfica middle grade en la que las relaciones entre fauna y flora son especialmente importantes y en la que el mundo desértico de fantasía está basado en la geografía australiana.

La Guardiana de las Polillas no solo es, además, la novela más larga hasta la fecha de le autore neozelandese, sino que el dibujo, más tradicional en esta ocasión y de trazos no tan limpios (al dejar de lado lo digital), es bastante distinto al de La Sociedad de los Dragones de Té. Si bien es reconocible por el diseño de personajes al que O’Neill nos tiene acostumbrados, el coloreado puede llegar a recordar a técnicas como la acuarela o incluso la tiza.

El tema de la amabilidad y los cuidados, como es habitual en su obra, vuelve a fundirse con la trama, y la soledad se torna central. Como hay algunos seres que tienen una tendencia a cargar más peso de la cuenta sobre sus hombros, se enfatiza que sabio no solo es aquel que posee amplios conocimientos, sino también quien sabe pedir ayuda.

En definitiva, La Guardiana de las Polillas es una novela sobre sentirse uno de estos insectos, pero visto a través de «los ojos de las estrellas»; sobre buscar una vida cálida y luminosa y, en especial, sobre darse cuenta de que la cabeza es, en ocasiones, un desierto en el que uno se pierde cuando trata de alcanzar lo que cree que necesita.