Si eres de esos que han oído hablar de El guardián entre el centeno hasta la saciedad pero todavía estás iniciándote en el camino del #postureoclásicos, la sección de este número te la dedicamos a ti.
Si pensabas que esta historia va de un niño con muchísimos problemas, vamos a tener que reubicarte. El guardián entre el centeno está protagonizada por un chaval, sí, Holden Cauldfield.
Este chico, hijo de una familia acomodada en el Nueva York de los años cincuenta, acaba de ser expulsado del internado en el que vivía. Pero Holden, que aunque prefiere no estudiar es más listo que el hambre, decide largarse del internado tres días antes de lo previsto, antes incluso de que sus padres sepan de su expulsión, y pasa los siguientes días vagando por Manhattan, empapándose de su decadencia y sus virtudes, gastando el dinero que tiene, mientras hace un repaso a su corta pero complicada trayectoria vital.
Y este, querido lector, es el argumento de El guardián entre el centeno. Como ves, no hay magia, no pandillas, no hay chistes y, si nos apuras, no hay ni siquiera centeno. Entonces ¿por qué esta novela logró convertirse en un clásico de la literatura moderna en tiempo récord?
Cualquier entendido te dirá que se trataba de la primera obra de su autor, J. D. Salinger, y que será eternamente reconocida como la novela que mejor representa el espíritu adolescente. La realidad de su éxito probablemente también tenga que ver con estilo con el que está escrita: en una época de moderación, El guardián entre el centeno utilizaba un lenguaje soez, directo y sin tabúes.
Holden, mitificado incluso por algunos famosos criminales, es un adolescente lleno de cinismo y arrogancia, un rebelde que no tiene problema en sacar a la luz los trapos sucios del mundo.
Pero Holden es más que un joven malcriado, y esta novela más que un ensayo inconformista. A través de este atípico protagonista, Salinger se atreve a poner por escrito pensamientos sobre la familia, las clases sociales y la difícil tarea de convertirse en adulto. Su ambientación absorbente y una narración en la que apenas hay diálogos son el marco de una novela llena de profundas reflexiones.
No apta para mentes sensibles, si te consideras gran lector (y sobre todo si te consideras militante del postureo) tienes que leer El guardián entre el centeno. Tú léelo, y luego cuéntanos si odias a Holden o has decidido convertirlo en tu modelo a seguir. Léelo y comprueba si su provocadora narración te atrapa. Léelo y decide si Salinger es merecedor de ser leído por miles de lectores cada año por haber plasmado con tanta brillantez lo conflictiva de la adolescencia.