Niños y niñas, jóvenes y jóvenas, atención a las últimas noticias del mundo: todo aquel que viva en los Estados Unidos de América, no supere la mayoría de edad y muera en circunstancias no demasiado desastrosas (quemarse hasta convertirse en polvo no vale), no tendrá por qué temer por su vida, porque USA vuelve a ser pionera en otro fenómeno más, la inmortalidad. Más o menos.
Hoy, en EEUU y en el imaginario de Daniel Waters, el mundo baila al ritmo zombi: los no-adultos mueren, pero sólo durante unos instantes, ya que después vuelven a funcionar (huelga decir que en el estado físico en el que dejaron de ser humanos). Ya sea por el cambio climático, la capa de ozono, la contaminación o toxinas extrañas, el mundo está viviendo el nacimiento de la primera generación zombi: criaturas ni humanas ni muertas con un factor biótico diferente, seres incompletos con la capacidad mental algo mermada y cuerpos lentos como caracoles.
Y como en toda historia extraña, las voces protagonistas se alzan: una es la de Tommy, zombi de unos diecisiete con madera de líder, más listo que la media de semi-muertos de la zona y más rápido en movimientos de lo que se creía posible; y otra es la voz de Karen, belleza indiscutible, inteligencia casi superior y cuerpo tan hermoso como excepcionalmente veloz. ¿Por qué Tommy y Karen poseen un ritmo vital más humano que otros congéneres? Esa, la naturaleza de esta nueva raza, la convivencia de los muertos vivientes con los humanos y otras cuestiones son los nuevos desafíos de la sociedad estadounidense actual.
Y si con todo esto no fuera bastante, el mundo también quiere aportar su granito de arena: la intolerancia, el miedo, la desinformación y la violencia. Si convertirse en zombi no fuera ya un cambio suficientemente dramático, sufrir el escarnio y la intransigencia de los humanos no ayuda mucho; menos mal que voces vivitas y coleando como las de Adam y Phoebe están dispuestas a hacerse oír por encima de la fiebre de locura de muchos.
El universo que nos plantea el autor es una clara metáfora de nuestra realidad: diversidad, diferencia, riqueza en esa variedad… y convivencia no siempre sencilla, caza de brujas, fanatismo extremo y violencia gratuita ante lo nuevo por conocer.
Con Generación Dead nos encontramos ante las primeras páginas publicadas del autor y una nueva serie de corte juvenil que ha llegado pisando fuerte y promete un futuro alentador: nuevas criaturas protagonistas, nueva saga, un estilo de narración casi siempre fresco y un ritmo meridiano que en ocasiones llega a ser casi excelente, como cuando la trama se presta a ser escrita en forma de blog gracias a la pluma virtual de Tommy, una de las voces estrella de esta generación muerta.
Si bien las letras bailan entre tópicos, situaciones manidas y previsibles, más vueltas de las necesarias o personajes no siempre del todo explotados, la intención es muy buena y del resultado bien puede estar orgulloso el autor. La próxima entrega de la saga ya no será introductoria, el nuevo mundo nos sabrá a algo conocido, lo tendremos más fácil para empatizar con sus personajes y sabremos a qué atenernos con los derroteros que tome la historia, porque… Tiene delito acabar así y dejarnos con la miel en los labios, señor Waters.