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La flor púrpura
Chimamanda Ngozi Adichie

Literatura Random House
¿Solo para adultos? El Templo#71 (agosto 2019)
Por Javier Moriones
3.037 lecturas

La joven Kambili ha crecido en un clima de violencia continua. Su padre es un rico empresario, demócrata, que se enfrenta públicamente a la dictadura nigeriana a tra­vés del periódico que dirige. Pero también es un fanático católico que ha impuesto la norma del castigo físico en su hogar, especialmente cuando sus hijos y su mujer se ale­jan del dogma de lo que considera correcto.

Cuando Kambili y su hermano Jaja pasan unos días en casa de su tía Ifeoma, respiran en paz lejos del ambiente opresivo paterno. A pesar de la humildad con la que viven su tía y sus primos, allí descubrirán la riqueza de las tradiciones de su pueblo, de sus raíces, y podrán encontrar un atisbo de libertad que lo cambiará todo.

Chimamanda Ngozi Adichie divide La flor púrpura, la primera de sus novelas, en tres partes articuladas en torno al Domingo de Ramos, día en que la autoridad paterna se rompe en pedazos. Pero el verdadero conflicto de la trama transcurre en el interior de Kambili, personaje introvertido y silencioso que abre su mirada y crece a lo largo de estas semanas; en medio de la violencia del país y de su hogar, sabe encontrar en su tía un nuevo modelo de vida, pacífico y culto, que tambalea sus cimientos personales.

La trama se centrará en estas vivencias que lo cambian todo para Kambili: la relación con su prima, que ha crecido en un ambiente sociocultural muy distinto, su enamoramiento platónico del padre Amadi, un cura católico, o el apoyo a su madre, mujer maltratada. Y, además, nos ofrece una perspectiva de los problemas de Nigeria sin ser estos el centro del relato: las revueltas estudiantiles, la censura en la prensa y la inestabilidad del clima político son el telón de fondo de la tran­sición interior de su protagonista.

La mirada de Kambili está teñida de estupor y tranquilidad, pero el estilo de Adichie no podría ser más expresivo. Las descripciones de los lugares, que te trans­portan a pie de calle, la adolescencia de los protagonistas, vivida con intensidad y reflexión, y los diálogos, inteligentes y muy vivos, hacen de la historia de Kambili y de Nigeria un relato universal.