Rakel es joven y tiene un gran talento para los perfumes. Vive en el desierto acompañada de su padre, que está gravemente enfermo, y sueña con viajar para encontrar la cura para su enfermedad. Por otro lado, Ash es un escudero encargado de proteger al príncipe Nisai, al que conoce desde que son pequeños. A él se lo debe todo: le ha guardado el secreto de su identidad desde que tiene memoria, ocultando quién es Ash en realidad. Cuando Nisai es víctima de un envenenamiento y Rakel es la principal sospechosa, ella y Ash deberán comenzar un duro viaje en busca de un antídoto antes de que sea demasiado tarde.
En el imperio de Aramtesh todo gira alrededor de los olores y el perfume, desde los antídotos hasta la religión. El libro cuenta con una ambientación muy trabajada que compensa la falta de ritmo de la trama. La forma de narrar, centrada en los sentidos de los protagonistas, nos embriaga y hace la novela diferente a lo que estamos acostumbrados.
Rakel y Ash se alternan como narradores en primera persona, dándonos dos puntos de vista completamente diferentes de la historia. Cuando comiencen su aventura contrarreloj para salvar al príncipe podremos ver desde ambos lados cómo su relación evoluciona y se va construyendo poco a poco.
Pese a que el argumento flaquea de vez en cuando, los personajes y la ambientación son capaces de mantener la atención del lector, así como las trepidantes escenas de acción. La pluma de P. M. Freestone nos maravilla con las metáforas y la sensualidad que desprenden los perfumes y aquellos que los crean, atrapando a todos los que la leen entre las páginas de su libro. Si quieres ser uno de ellos, solo tienes que abrir esta novela y dejarte llevar.