Ya no es necesario dormir más. En Ciudad Resurrección, tras la revolución onírica, lo que en un principio estaba destinado a hacer a los soldados perfectos y siempre alertas, se extendió a la población, donde se empezó a experimentar con esta tecnología. Pero a pesar de eliminar la necesidad de dormir, el cuerpo necesita soñar para mantenerse cuerdo, y fue así como surgieron los sueños «a la carta »: programas (bien creados por el gobierno o los llamados «artesanos») que daban al soñador el descanso necesario para mantenerse en condiciones y seguir adelante.
Un mal llamado «peste onírica» y una chica capaz de manipular los sueños son los detonantes de esta historia, en la que Anna e Ismael serán el dúo protagonista de esta novela, aunque irán acompañados de un grupo de lo más variopinto.
Narrado desde varios puntos de vista, El fin de los sueños nos sumerge en un mundo donde reina la tecnología y las diferencias sociales siguen presentes. Los autores ahondan en temas que pocas veces vemos en literatura juvenil (por considerarse tabú en su mayor parte), pero con el toque característico que solemos encontrar en los libros de Cotrina. Pero te tenemos que avisar, lector, de que si buscas algo tan denso como La canción secreta del mundo no lo vas a encontrar. La trama de El fin de los sueños sigue un camino más recto que la anterior novela de Cotrina, pero lo que sí encontraras son el tipo de escenas y monstruos a los que nos tiene tan bien acostumbrados.
Espeluznante, paranoico e imaginativo. Los autores nos sumergen en un mundo donde el horror y la fascinación van de la mano. A Freddy Krueger le ha salido un competidor.