Carrie detesta su nuevo hogar, pero la crisis económica ha obligado a su familia a vender su apartamento y mudarse a la casa de su abuela paterna. La masión es gigantesca, llena de recovecos y con un desván al que nadie se atrevería a subir. Y, desde que vive allí, algo ha comenzado a cambiar dentro de ella, algo que no puede llegar a comprender pero que sabe que tiene que ver con esa niña. Edwinda.

Edwinda murió hace muchos años y ya nadie parece recordarla. Pero Carrie la ve cada noche, al crepúsculo, encaramada a los barrotes de la ventana del desván, gritando. La visión tan solo dura unos segundos, pero es lo suficientemente atroz como para empezar a trastocar a la adolescente y llevarla hasta un delirio que algunos denominarían posesión fantasmal.

Un fantasma al anochecer está escrita por la autora británica Magdalen Nabb (1947-2007) y fue publicada por Siruela hace veinte años. A pesar de parecer una historia de fantasmas, la novela se centra en la extrañeza de Carrie ante sus propios comportamientos, relatando con gran acierto ese paso de la infancia a la adolescencia donde ni siquiera uno mismo comprende por qué hace lo que hace. La historia de Edwinda es algo más infantil, y su punto de interés reside en la descripción de la vida de la Inglaterra de principios del siglo XX.

Por otro lado, la obra contiene una pequeña historia de amor donde la autora refleja el síndrome de estrés postraumático del abuelo de Carrie, que luchó en la Primera Guerra Mundial, y su imposibilidad de querer del todo a su mujer, pues su cabeza aún se encontraba en las trincheras. Ese pasaje sobrecogedor y la relación que tiene con la historia de Edwinda es el ojo de la cerradura por el cual el lector puede empezar a vislumbrar que Un fantasma al anochecer es mucho más que una novela de fantasmas al uso: la autora pretende, en muy pocas páginas, retratar múltiples realidades humanas muy diferentes. La imposibilidad de volver a la vida tras observar la muerte, los cambios de la primera adolescencia, la inmovilidad de la tercera edad, la locura de la infancia e incluso la agobiante responsabilidad de la vida adulta. Todas ellas están presentes en la historia de Carrie y Edwinda, dos niñas separadas por varias generaciones familiares pero unidas por un sentimiento común: el extrañamiento de su propia existencia.