Kiko es una adolescente asiáticoamericana que sueña con vivir a través del arte. Ha pintado desde niña y ahora que ha acabado el instituto quiere entrar en Prism, una escuela para artistas que, además de ser una de las mejores del país, está a miles de kilómetros de su madre.
Cuando sus padres se separaron, su madre se quedó con la custodia de Kiko y su hermano, a los que ha machado desde entonces. Kiko es demasiado gorda, demasiado fea, demasiado asiática. No se parece en nada a su madre, que fue reina de la belleza. Estas críticas han provocado que se convierta en una adolescente introvertida, casi sin amigos y con una gran ansiedad social.
La gota que colma el vaso es la llegada de Max, el hermano de su madre, que se ha quedado sin trabajo y vivirá con ellos todo el verano previo a la universidad. Y que abusó de ella cuando era pequeña, acto conocido e ignorado deliberadamente por su madre.
Al mismo tiempo, Jamie, su mejor amigo de la infancia y del que siempre estuvo enamorada pero que se mudó años ha a California, vuelve de vacaciones. Cuando Kiko descubre que no ha conseguido entrar en Prism y tras una noche en la que su tío, borracho, entra en su cuarto para verla dormir, se escapa con él a California.
Estrella de mar narra con una prosa ligera el arco evolutivo de un personaje muy bien construido. Este ocupa toda la novela, que apenas tiene subtramas. Todo está supeditado a la construcción de Kiko, por lo que en ocasiones la autora peca de abarcar demasiado (ansiedad social, divorcios, abusos sexuales, la incursión en el arte, la búsqueda de identidad, el primer amor…). La trama de los abusos sexuales es la más damnificada, pues no recibe la atención suficiente.
Por otro lado, su gran acierto es no romantizar ningún aspecto de los conflictos de Kiko y la forma tan sana y adulta de abordar su relación con Jamie. En cambio, la relación con su madre (un auténtico monstruo), aunque tiene una resolución que presenta ideas interesantes, a veces roza la línea de lo inverosímil, quizá por su dureza.
La novela tiene una primera mitad muy introductoria y un desenlace algo apresurado, pero vale la pena conocer el proceso de Kiko en busca de su identidad como artista y como ser humano sin estar bajo el yugo de su madre