Mara Carlyle consume drogas, disfruta haciendo comentarios oscuros en momentos inapropiados y juzga sin filtros a cualquier compañero de clase que no le caiga bien. Por lo demás, su vida en Covington es bastante normal. Al menos hasta que Katelyn Ogden explota como lo haría un globo de agua sangrienta.
Aquello ocurre en clase de cálculo, así que el instituto organiza terapias grupales. El problema es que Brian Chen revienta en una de ellas y, claro, eso no ayuda a calmar a nadie. Quizás sí que lo logre un partido de fútbol, símbolo absoluto de retorno a la normalidad.
¡Bum! Ese es el ruido que hace el balón cuando el equipo del Covington logra anotar el tanto de la victoria. También es el que hace el cuerpo de Perry Love desde el banquillo al estallar en una lluvia roja.
Puede que dos combustiones espontáneas sean coincidencia, pero tres denotan un patrón. Un patrón peligroso que, por algún motivo, solo afecta a los alumnos del último curso. El desasosiego se convierte en pánico y, con cada nueva explosión, los estudiantes conciben la graduación como una meta que asegurará su supervivencia.
Lo único que Mara tiene claro es que ha presenciado más explosiones que nadie, que todos le susurran condolencias por lo mal que debe de estar pasándolo... y que ella, sin embargo, no sabría definir lo que siente con otra palabra que no fuera estimulante.
¿Logrará Mara Carlyle sobrevivir a la maldición de Covington? Y lo que es más importante: ¿logrará sobrevivir a sí misma?
Hay dos cosas que hacen que Espontánea brille. La primera es Mara. No se presenta como la típica narradora sarcástica y divertida que en el fondo tiene un gran corazón, porque no lo tiene: Mara Carlyle no es una buena persona. Eso concede a su discurso un enfoque y una honestidad sorprendentes.
En segundo lugar está la combustión espontánea. Al principio, lo que llama la atención es tratar un tema tan delicado e impactante a través de la voz sin tapujos de Mara. Más adelante, las explosiones se convierten en el centro de la trama. Quizás la acción se resuelve tan rápido que no cumple con sus propias expectativas, dejando muchas preguntas sin respuesta.
Si te van las novelas con ritmo ágil, prosa divertida e imágenes potentes, puede que esta te guste tanto que salgas volando por los aires. Y es que (que Mara nos perdone por apropiarnos de su humor) Espontánea es una novela explosiva, un auténtico bombazo.