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El espejo
Mercedes Olivet

Edebé
Reseñas de novedades El Templo#58 (junio 2017)
Por Gabriela Portillo
4.989 lecturas

Por fin ha llegado el verano, y con él las vacaciones en El Encinar, la casa del pueblo de la abuela Elena. Desde que ella murió, la madre de Anna no se ha atrevido a volver. Hasta ahora, que la mujer piensa afrontar de una vez su pérdida.

Por su parte, Anna está encantada: adora la vida en el campo, tendrá tiempo para escribir y volverá a ver a su amigo Martín. A quien no esperaba encontrar es a Cinta, la chica popular de clase, que le recuerda lo infantil que sigue siendo ella. Porque Anna tiene trece años y todavía no ha besado a un chico ni ha tenido su primera menstruación. Se siente atrasada, pero este verano puede ser clave para su transformación en mujer.

Contará con el apoyo de alguien muy especial: su abuela. Pero no la Elena que ella conoció, sino su versión de trece años, Nina. O su reflejo, mejor dicho. A través de un antiguo espejo, las dos niñas rompen la barrera del tiempo y se convierten en confidentes. Anna le revela todos sus secretos, pero hay algo que no le puede contar... Y es que ella sabe que Nina es su abuela, y cómo fallecerá.

El espejo sirve como nexo entre dos generaciones tan diferentes como lo son los niños del siglo XXI y sus abuelos. Las situaciones que surgen a raíz del cambio generacional resultan cómicas para quien ha nacido con las nuevas tecnologías y aportan el toque humorístico. Además, las aventuras en el campo de una niña de ciudad refuerzan aún más esa vuelta a la vida rural que la obra ensalza.

La autora, por medio de la voz de Anna, narra con exactitud y mucho mimo la evolución de la protagonista, su transición a la adolescencia, con temas tan universales como el primer amor o la creación de la propia identidad. También se muestran experiencias trágicas, propias del final de la infancia pero, sobre todo, el libro está cargado de ternura.

Si en algo se nota el cariño es en el realismo de la ambientación. El pueblo está vivo, así como sus habitantes, y aunque no se quedan anclados en el pasado tampoco reniegan de él.

Antes decíamos que el espejo era un nexo entre generaciones, y añadimos que El espejo es un testigo entre dos generaciones, la que termina y la que surge.