Cuenta la leyenda que, hace muchos muchos años, dos hermanos gemelos se disputaron una espada que otorgaba el derecho a gobernar el reino. Por entonces, todos los habitantes gozaban de poderes mágicos, pero un demonio apareció y rompió el equilibrio. A partir de ese momento, la magia pasó a manos de una única persona, la reina, y desde entonces su papel ha sido no solo el de gobernante sino también el de protectora. Ahora bien, esa es la versión de la leyenda que conoce el pueblo...
Ciertos grabados cuentan una historia bastante distinta: no hubo gemelos, solo un héroe. Pero lo que sí que aparece en ambas versiones es un demonio y una espada. Desde que la princesa descubriera la espada —que, con su magia, ha mantenido escondida dentro de su mano—, un ser la acosa en el interior de su mente. Pero, conociendo como cree conocer la leyenda, no está segura de si se trata del héroe o del demonio.
Ahora, la princesa (que no es hija de la reina sino de una persona a la que esta amó) ha de partir hacia el norte, como sustituta de la reina, con tres tareas encomendadas por ella: buscar una fuente oculta en el bosque; cuidar del vínculo que ella, la reina, ha construido con el gobernante del lugar hacia el que se dirige y, por último, reflexionar acerca de su propio poder.
Espada es la tercera novela gráfica que La Cúpula publica de la joven autora ibicenca Anabel Colazo, la más extensa hasta la fecha. En esta novela de, pudiera pensarse, fantasía medieval —aunque la persona que la lea sabrá que no es tal cosa—, Colazo se adentra en un mundo propio que le permite sacar un gran partido a nivel visual a su peculiar arte, que gravita entre un videojuego retro y algo cercano a la psicodelia por el uso que hace de los colores. Pero Espada no se aleja tanto de los anteriores trabajos de la autora, Encuentros cercanos (2017) y No mires atrás (2019), como pudiera dar la sensación: Colazo vuelve a hacer uso de cierta presencia con la que la anormativa protagonista debe entrar en contacto para resolver un conflicto propio.
Los mayores defectos que le encontramos a la obra son que el texto, tanto de la parte «narrada» como de los diálogos, no siempre fluye y que las figuras, algo toscas, hay veces que resultan excesivamente rígidas. A lo que no le ponemos pega, sin embargo, es a los fondos, en especial a las ilustraciones grandes con muchos detalles.
Otro punto relevante que la obra tiene a su favor es que invita a seguir leyendo y que, una vez alcanzado el final, obliga al lector a reflexionar acerca del funcionamiento de las sociedades (y sus sistemas de gobierno) y el uso que en ellas se hace del poder.
Pero quizá lo más importante sea que, cuando el lector cierra Espada, recuerda haber transitado las tierras de Colazo, que están dotadas de una extraña belleza.