¡Bienvenido la Exposición Universal de Barcelona 1888! ¡Disfrute de las atracciones y exposiciones de la ciudad! ¡Acérquese al espectacular Museo de raresas hanatómicas de Nikolai Moyanov y podrá ver el Fabuloso e Ilustre Gabinete de Atroces Monstruosidades Animales y Humanas!
Déjese cautivar por los misterios y horrores venidos de tierras lejanas. Contemple los especímenes deformes en jarras de cristal y los cerebros de las vitrinas; conozca al increíble Gigante Mongol, a la Mujer de los Doce Dedos, al Capitán Tatuado y a la Señorita Bello Busto. Pero, sobre todo, no se pierda al peligrosísimo Niño Dragón, un híbrido entre humano y reptil. Se rumorea que tiene poderes sobrenaturales.
Y también… tenga cuidado. La política está agitada, la gente nerviosa. Algo anda suelto por la ciudad, algo escurridizo y oscuro que deja víctimas a su paso. No sabemos qué busca, y no se detendrá hasta conseguirlo.
Las esferas del tiempo, Premio Joaquim Ruyra de narrativa juvenil, arranca con Domènec, «el niño dragón», que, por supuesto, no es tal, sino un huérfano que, deformado por el fuego que se llevó a sus padres, trata de sobrevivir de la mejor manera posible. A él pronto se une un elenco de personajes que siguen el modelo de «grupo de personas totalmente distintas entre sí que, por azares de la vida, se hacen amigos». Si bien todos tienen carisma y aportan algo diferente e imprescindible al desarrollo de la historia, resulta imposible no sentir debilidad por el personaje de don Sebastián, que comienza como un villano misterioso y rápidamente se revela como un aristócrata inteligente y honrado, además de llevar gran parte del peso de la trama.
La novela comienza con un misterio que se complica y diversifica cada vez más según avanza la historia, y culmina con revelaciones sorpresivas pero bien explicadas, dejando también una puerta abierta a la imaginación del lector. La narración es enormemente dinámica y rápida, y la ambientación de finales del siglo XIX, llena de guiños históricos y literarios, y, sumada al marco de innovación tecnológica de la Exposición Universal, crea una estética con ecos steampunk muy lograda.
Rubèn Montañá ha escrito, sin lugar a dudas, una de las lecturas más entretenidas y adictivas del año.