Salva y Mía se refugian el uno en el otro. Ambos son fans de The Beatles y del cine de terror de serie B. Como más disfrutan, sin embargo, es explorando casas abandonadas, casi todas en Ferrol o a lo largo de la costa gallega. Viven estas incursiones como si fueran aventuras, a pesar de que lo que hacen es tumbarse en el suelo polvoriento y fantasear con vidas ajenas.
En una de estas ocasiones, encuentran las cenizas de un ciudadano francófono llamado Jean-Louis. Es entonces cuando el pasatiempo se vuelve algo serio: ¿Quién fue aquel hombre? ¿Qué hacen sus cenizas en una casa abandonada? Y, sobre todo, ¿por qué de pronto el asunto parece interesar tanto a Mía y a Salva?
Al fin y al cabo, los jóvenes tienen sus propios problemas. Mientras que el chico es un enfermo terminal de leucemia, ella recae continuamente en un trastorno alimenticio. Mía aún puede curarse, pero lo más probable es que Salva no lo haga. No cuentan precisamente con todo el tiempo del mundo para descubrir el misterio de las cenizas del ciudadano francés... Ni el de los verdaderos sentimientos del uno por el otro.
Entre dos universos fue la segunda novela de Andrea Tomé. Se publicó a finales de 2015 con Plataforma Neo tras el éxito de Corazón de mariposa, con la que debutó la autora y con la que ganó la segunda edición del Premio La Caixa/Plataforma Neo en 2014. Con esta historia, Tomé nos enfrentó a temas tabú como los trastornos alimenticios o la asexualidad.
Desde las primeras páginas nos zambullimos en la mente de Salva. Es un chico deprimido, sarcástico y muy sensible. Su carácter y su forma de expresarse pueden recordar a Hazel Grace, protagonista de Bajo la misma estrella, o a Holden Caulfield en El guardián entre el centeno, un libro que además citan en varias ocasiones a lo largo de la historia.
El cáncer es un tema que se ha tratado frecuentemente en la literatura juvenil: Antes de morirme de Jenny Downham, Una estrella que no se apaga de Esther Earl o el más célebre de todos, Bajo la misma estrella de John Green. El tema es lo suficientemente duro como para notar enseguida el nudo en la garganta, lo que también propicia el melodrama. Por eso, Andrea Tomé recurre al humor negro en numerosas ocasiones, el mismo mecanismo de supervivencia que suele utilizar nuestro protagonista.
Salva se maldice por su destino y se lamenta por la vida que no llegará a vivir, aunque la narración huye de revolverse en el dolor y se aferra, como el propio joven, a cualquier distracción: un musical, el misterio de las cenizas, las contradicciones de su relación con Mía... Sin embargo, esto no significa que no haya escenas que relaten situaciones duras, directamente provocadas por la enfermedad.
Andrea Tomé es una apasionada de la Historia. De hecho, ya se sumergió más de lleno en la narrativa histórica en El valle oscuro (Plataforma Neo, 2017), que se desarrollaba en Japón durante la Segunda Guerra Mundial. En Entre dos universos se menciona la Guerra de Vietnam para trazar la historia de Jean-Louis, una narración independiente dentro de la propia novela. Aunque a algunos lectores puedan parecerles historias opuestas, el contraste resulta interesante. La verdad tras el hallazgo de las cenizas es cruda, emocionante y bella.
De la misma forma que nosotros como lectores buscamos evadirnos con las historias, Salva y Mía escapan de sus problemas escarbando en las existencias de otras personas, viviendo esas vidas a través de vivos y muertos. La curiosidad no solo hace que se evadan, sino que da emoción a una existencia que se les hace cuesta arriba.
Merece la pena recordar Entre dos universos. Fue una historia extraña, que mezclaba temas a los que no estábamos acostumbrados. El resultado fue un cuento envuelto en un halo casi fantástico sobre personajes profundamente dañados, que deben enfrentarse a un futuro complicado o a la ausencia de este. Quizá Mía y Salva no cuenten con demasiado tiempo, pero puede que sea suficiente para apreciar la suerte que tienen de haberse encontrado.