Imagina que tu madre te manda en tren a la gran capital. Tienes diez años y viajas solo por primera vez. Y, por si fuera poco, llevas un sobre lleno de billetes.
Emilio sabe el trabajo que le cuesta a su madre ganar dinero como peluquera. También sabe que existen muchos peligros fuera de su pequeño pueblo. Por eso, se ha preparado a conciencia para no perder el sobre: lo ha escondido en el bolsillo interno de su chaqueta y cada poco rato se asegura de que sigue ahí. Nada puede salir mal.
Hasta que se queda dormido. Cuando se despierta, el dinero ha desaparecido, junto al misterioso viajero con el que compartía vagón. Emilio ata cabos enseguida y se da cuenta de que el hombre le ha robado, por lo que lo sigue por todo Berlín, a riesgo de perder algo más que dinero.
Emilio y los detectives revolucionó la literatura para jóvenes en 1929. En una época en la que los autores trasladaban a sus protagonistas infantiles a mundos fantásticos, Erich Kästner optó por mostrar las posibilidades de vivir aventuras que ofrecían escenarios más cotidianos, como la ciudad. El autor, además, coloca a jóvenes y adultos al mismo nivel, sin tratar al lector de manera condescendiente.
Precisamente, en esta obra pone de manifiesto su defensa de la autonomía infantil. Emilio se une a un grupo de niños callejeros para hacer frente a los mayores: al ladrón, por un lado, pero también a quienes creen que no pueden conseguir nada por sí mismos. Estos detectives demuestran que la violencia de El señor de las moscas no es la única opción, que hay vida más allá del pesimismo generacional y que la cooperación entre chavales puede lograr grandes resultados.
Erich Kästner supo crear narrativas que cuestionaban las creencias de su época; el régimen nazi quemó sus libros, pero no frenaron su influencia. A día de hoy se sigue valorando en muchos países por enseñarnos a romper las normas, y por esto te recomendamos que te acerques a él, ya sea a través de nuestro reportaje sobre su vida o con esta novela, donde hace un cameo lleno de sarcasmo.