Los lectores de la trilogía de Libba Bray se han encontrado con bastantes dificultades a la hora de seguirla en España: el primer volumen (La Orden de la Academia Spence) salió en RBA hace algunos años, pero la editorial no continuó con su publicación. Los afortunados suscriptores de Círculo de Lectores pudieron conseguir en su día la segunda parte, Ángeles rebeldes, pero para unos y otros la tercera parecía tan dulce y, sobre todo, tan lejana como sugería su título. Por fin, hace unos meses, Círculo anunciaba su publicación, y RBA decidía reeditar el primero de la serie con una cubierta distinta, para lanzar poco después el segundo, y esta misma primavera, el tercero. Finalmente, los seguidores de las aventuras de Gemma, Felicity y los demás han podido leer el desenlace en español.
La Orden de la Academia Spence era un libro atípico en la literatura fantástica juvenil actual. Se desarrollaba en un elitista internado de señoritas de la Inglaterra de finales del siglo XIX, a donde enviaban a Gemma, una joven rebelde criada en la India –entonces una colonia británica–, para ser educada con vistas a conseguir un buen marido. Allí, Gemma conocía a tres chicas más: Pippa, Ann y Felicity, y las cuatro, a través del diario de una antigua alumna de la escuela, descubrían un mundo mágico, los Reinos, donde todo es posible y al que pueden escapar cuando las normas de la sociedad en la que viven les resultan demasiado asfixiantes. Pronto conocían la existencia de la Orden, una sociedad ancestral de mujeres encargadas de mantener bajo control la magia de los Reinos, y de una tragedia acontecida décadas atrás en el internado y que tuvo relación con ellas...
Dos volúmenes después volvemos a encontrarnos con las chicas protagonistas. En Dulce y lejano, parece que la amenaza de Circe está bajo control, y Gemma, en contra de los deseos de la Orden, se propone compartir la magia con el resto de criaturas de los Reinos. Pero no tiene mucho tiempo para ocuparse de ello: la nueva temporada social en Londres está a punto de llegar, y las alumnas mayores de Spence se preparan para su presentación ante la reina. El futuro que sus familiares han previsto para ellas choca frontalmente contra sus verdaderos deseos, y es ahora cuando deben optar entre hacer lo que se espera de ellas o rebelarse de una vez y partir en busca de su propio destino. Pero hace ya tiempo que los Reinos dejaron de ser un jardín idílico al que escapar de la realidad: la batalla definitiva se acerca, y la amenaza de las Tierras Invernales podría destruir toda la belleza que contienen. ¿Será capaz Gemma de hacer frente a todo esto? ¿Seguirá contando con el apoyo de sus amigas? ¿Continuará adelante su relación prohibida con Kartik, el joven hindú?
Esta nueva entrega es la más extensa de la serie, y, aunque en algunos momentos puede hacerse lenta o pesada –la verdad es que la acción tarda en llegar, y las protagonistas pasan una buena parte de la novela sin decidir qué deben hacer o tratando de descifrar las pistas que la misteriosa Wilhelmina comparte con Gemma a través de unas visiones bastante abstractas– conserva la magia y el encanto de las anteriores. Uno de los mayores atractivos de la trilogía consiste en el contraste entre las rígidas normas de la sociedad victoriana y la libertad y la magia prometidas por los Reinos, y eso continúa vigente. Así, se vuelven a alternar las escenas de aventuras fantásticas con los momentos cotidianos, entre enaguas y corsés, de la escuela de señoritas. Pero detrás de toda esta superficialidad descubrimos dramas humanos mucho más serios: el futuro de Ann, la verdadera cara del padre de Felicity, la enfermedad del padre de Gemma... algunos de ellos son “vergüenzas” que una verdadera dama ha de ocultar como quien esconde lo barrido bajo la alfombra, pero las chicas de Spence deberán tener la valentía de hacerles frente. Y puede que esto requiera más valor que lanzarse a la batalla por la defensa de los Reinos. El final deja quizá demasiadas incógnitas y tiene un toque amargo que tal vez no sea del agrado de todos los lectores; pero también se puede entender como un rayo de esperanza, como un libro en blanco en el que nuestras protagonistas tendrán la oportunidad de escribir su propio futuro. Quizá, al final, la Academia Spence les haya enseñado algo más que cómo servir adecuadamente el té.