Si nunca antes te has enfrentado a un monstruo, adentrarte en Ciudad V por tu cuenta será una misión suicida. En otras palabras: esta reseña contiene spoilers de Una canción salvaje.

Kate vive en Prosperity y lleva meses intentando compensar el mal que hizo su padre: ahora se dedica a cazar monstruos. Se le da tan bien (y le gusta tan poco pensar en el pasado) que nunca se ha planteado la posibilidad de volver a Ciudad V. Al menos hasta que se encuentra con dos ojos plateados que flotan en el aire en medio de una masacre.

Dos ojos que la miran a ella.

August tampoco es el que era. Y no le consuela pensar que cambiar sea algo muy humano, porque ya no quiere serlo. Su función, como repite incansablemente la voz de Leo en su cabeza, es segar almas y mantener a raya a los Malchai de Sloan, quien ahora controla Ciudad Norte. Eso es lo único que importa. Al menos hasta que una ola de violencia sin precedentes se instala en Ciudad V. Y esta vez no parece que tras los ataques haya Corsai ni Malchai.

¿Acaso hay algo que dé más miedo que la posibilidad de que los humanos se conviertan en monstruos?

Los caminos de Kate y August vuelven a cruzarse en una aventura casi tan oscura como esperanzadora. El toque sombrío, poético y elegante que caracteriza las obras de Schwab impregna cada página, y la historia se torna mucho más compleja que en el primer tomo. Es difícil saber si resulta más duro ver a los protagonistas luchar contra los monstruos que se alimentan de huesos y sangre y caos, o contra los que habitan en sus propias cabezas.

Los claroscuros son una característica muy representativa de Schwab en todos los ámbitos de sus historias, pero en este caso son los personajes quienes se llevan la palma. Su paulatina evolución está cuidada como si fuera un trabajo artesanal: los vemos dudar, resquebrajarse, tener ganas de dejarlo todo, meter la pata… No pueden alejarse más del esquema del héroe clásico, y resulta imposible no empatizar con ellos.

Hay ciertos errores de traducción que sacan un poco del ambiente. Como conjunto, sin embargo, Un dueto oscuro pone el broche de oro (¿o quizás de plata?) a una biología sobresaliente: acción, prosa sugestiva, reflexiones, ambientación cuidada al detalle y unos personajes muy, muy difíciles de olvidar.