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Dramones y mazmorras (primera parte de la saga)
Kristy Boyce

Fandom Books
Reseñas de novedades El Templo#102 (octubre-noviembre 2024)
Por Irene Gómez
115 lecturas

Las cosas no podrían salirle peor a Riley. Primero, la castigan a trabajar en la tienda de juegos de mesa de su padre; después, Nathan, su compañero de trabajo, resulta ser un insoportable; y, para colmo, se ve envuelta en un malentendido con Paul, el egocéntrico de su ex, que la lleva a tener que fingir una relación con Nathan. Por si esto fuera poco, debe salvar el musical de su instituto, un paso decisivo hacia su sueño de ser directora de Broadway.

Riley y Nathan llegan a un acuerdo y traman un plan con dos objetivos claros: librarse de Paul y poner celosa a Sophia, una de las chicas de la partida de rol de Nathan. Para que todo salga bien, Riley tendrá que hacer uso de sus dotes interpretativas, tanto en el escenario como en el instituto. Sin embargo, entre tableros y bambalinas descubre que el guion siempre tiene giros que ni ella misma espera.

Este libro está hecho para todos los que fuimos un poco frikis en el instituto (y para los que seguimos siéndolo). La autora plasma a la perfección los sentimientos que una afición despierta en alguien, sobre todo en la adolescencia, cuando una pasión suele rozar la obsesión. Tanto las partidas de rol como la información sobre musicales y teatro están descritas para que cualquiera pueda disfrutarlas, esté familiarizado con el tema o no.

El romance en esta historia es un elemento dulce e inocente, el reflejo sano de un amor de instituto. Los protagonistas tienen sus idas y venidas y, cómo no, unos cuantos malentendidos, pero es natural a esas edades. Es una historia de amor, sí, pero, sobre todo, de amistad. Kristy Boyce teje unas relaciones muy honestas y bonitas entre los personajes principales y quienes los acompañan, incluidos sus padres, aunque la relación de Riley con su padre nos pareció un poco apresurada al final del libro.

Con dados, coreografías y disfraces de elfos, Dramones y mazmorras es una carta de amor a la adolescencia, a las aficiones que nos hacen únicos y a los lazos que formamos en el camino. Es una lectura ligera pero llena de significado para cualquiera que alguna vez buscó su lugar en el mundo.