¿Qué puede haber peor que tener quince años y ser el pringado de clase? Ser un vampiro sin ningún tipo de poder, que tu hermana tenga más fuerza que tú y sea una friki de cuidado, que tus padres tengan que buscarte la comida porque tú no puedes y que el profesor de gimnasia te la tenga jurada por escaquearte de sus clases.
Así es Nigel Mullet, un vampiro con poca facilidad para hacer amigos atrapado en el instituto, que odia la gimnasia y que en sus arrebatos de tristeza escribe poesías. Pero cuando conoce a Cloe, la nueva chica de clase, empieza a pensar cómo podría seducirla a la manera humana ya que tampoco tiene la belleza vampírica que supuestamente todos esos seres sobrenaturales heredan al convertirse. Pero su imagen de pringado no le abandona, sobre todo cuando van al zoo con el colegio y los animales en general se ponen frenéticos en su presencia y los monos en particular empiezan a tirarle piedras. Pero no todos los problemas iban a ser de índole romántica. Un vampiro está cazando en el pueblo, y Nigel cree que son sus padres. ¿Cómo confiar en ellos si no son sinceros con él?
Este es el panorama que tendrá que afrontar Nigel durante el curso: espantar a los posibles rivales que compiten con él por el amor de Cloe y buscar un vampiro renegado que va por ahí chupando cuellos.
Tims Collins mezcla dos de los éxitos de los últimos años: los libros en formato diario, con cómicos dibujos incluidos, y los vampiros. El resultado: Diario de un vampiro (muy, muy gafe), que podrán disfrutarlo adultos y niños por igual. Nigel nos muestra el lado menos glamuroso de ser un vampiro, narrado en un tono de humor un tanto ácido y negro que nos sacará una sonrisa con sus meteduras de pata y su mal de amores. Si estáis hartos de vampiros perfectos, Nigel Mullet es vuestra elección.