¡Cuidado! Esta reseña contiene algún spoiler del libro anterior, Los novios del invierno.
Vuelve a atravesar el espejo de mano de Ophélie...
Obligada a trasladarse al misterioso y hostil Polo para casarse con un completo desconocido, poco a poco la pequeña animista ha ido aprendiendo a desenvolverse en la complicada sociedad de la Citacielo. No obstante, no es lo mismo pasar desapercibida como sirviente que mostrarse como la vicecuentista del poderoso e impredecible Farouk, además de la prometida de Thorn, el odiado intendente. Y es que su nueva posición en la corte no está exenta de peligros.
Cuando diferentes personalidades influyentes de la Citacielo empiezan a desaparecer misteriosamente, lo último que querría Thorn es que Ophélie se viera implicada en la investigación... Por supuesto, ella nunca le ha hecho demasiado caso a su futuro marido, y ni él ni las anónimas amenazas de muerte que recibe asiduamente la disuadirán de llegar al fondo del asunto.
Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero Christelle Dabos no solo logra una secuela memorable, sino que esta llega a superar a su predecesora. Después de que el primer libro sirviera para presentar a los personajes principales y el fascinante mundo que habitan, este nos invita a conocerlos más a fondo.
Thorn y Ophélie dan una vuelta al cliché de matrimonio de conveniencia, y hacen de su relación y sus personalidades algo totalmente refrescante en la literatura juvenil actual. Porque Thorn no es el típico hombre frío y distante pero extremadamente atractivo al que estamos acostumbrados y Ophélie no necesita una espada para ser una protagonista femenina fuerte.
Por otro lado, el mundo creado por Dabos es tan surrealista como fascinante. La realidad onírica y acogedora que construye, similar a la de El castillo ambulante, hace que esta novela sea una recomendación perfecta para los fans de Diana Wynne Jones y Studio Ghibli. Sin duda, uno de los puntos fuertes de Los desaparecidos del Clarodeluna es que te transporta a un escenario mágico en el que, a pesar de los numerosos peligros, es fácil sentirse como en casa.
En definitiva, Los desaparecidos del Clarodeluna es un libro para soñar, que aprovecha lo mejor del primer volumen y prepara el terreno para el tercero. Y es que al terminarlo, el lector se queda con una gran sensación de vacío, impaciente por saber cómo continuará la saga y suplicando a Nocturna que publique pronto la traducción al español de los dos tomos restantes.