Cuando el mundo se tiñó de verde esmeralda, Daniel estaba tratando de encontrar a su gato, Sherlock. Así es como los sorprendió la muerte, a los dos y a toda la ciudad, que trataba de refugiarse en los búnkeres antes de que el fin del mundo se abatiera sobre ellos.
Pero con la muerte no llegó el fin: vinieron las medusas gigantes, la reina Domeca, el leviatán y la vida como fantasma. Daniel lleva más de cien años muerto y su existencia se le está haciendo extraordinariamente larga. «Eres un triste», le dice Charles, uno de sus mejores amigos; teme que Daniel se deje llevar, como hacen muchos fantasmas que abrazan el olvido y se acaban desvaneciendo.
En esta existencia, no hay mucho que hacer. La vida se ha vuelto rutinaria y la mayor preocupación de los fantasmas es que no los ataquen los turbios, unos espectros que la Guardia Etérea se encarga de combatir. Así que, cuando llega a la ciudad en ruinas el rumor de que unos vivos se acercan, un pequeño rayo de esperanza se impone a la apatía de los habitantes.
José Antonio Cotrina firma con La deriva su primera novela juvenil en solitario desde que publicara La canción secreta del mundo en 2013, aunque desde entonces ha escrito unas cuantas obras en colaboración.
Sin duda, una de las señas identitarias en la obra del escritor es la ambientación de sus historias. En este caso, no ha sido para menos y, a partir de un lugar común como la especulación de la vida más allá de la muerte, se ha desmarcado para ofrecer un resultado original. El lujo de detalles está en la forma de supervivencia de los fantasmas, la creación de un mundo en ruinas, las criaturas fantásticas que lo pueblan y unos personajes secundarios tan fascinantes como es habitual en el escritor.
En este caso, la historia tiene dos tramas bastante diferenciadas en sus dos partes, «El libro de los muertos» y «El libro de los vivos», que se mueven entre lo espectral y lo posapocalíptico. El punto en común entre ambas es Daniel, un narrador melancólico que consigue que esta sea una de las obras más introspectivas del autor. A su vez esto lleva a que tenga un ritmo pausado y lento en algunos tramos, pero totalmente disfrutable por el estilo cuidado y maduro de J. A. Cotrina.
Más allá de todo lo que la envuelve, La deriva es una historia que se sustenta en varios contrastes: la vida y la muerte, la inercia y las ganas de vivir, la brutalidad y los actos desinteresados de bondad, la guerra y los resquicios de humanidad que florecen en el horror. La vida, la muerte y lo que queda en medio.