Auden es prácticamente la hija perfecta: buena estudiante, responsable y juiciosa, nunca causa problemas y ha hecho un arte de cumplir con las expectativas que tienen de ella. El verano previo a la universidad se convierte en hermana mayor, gracias al segundo matrimonio de su padre, y en un arrebato decide irse a pasar las vacaciones con él y su nueva familia.
A Auden, de hábitos nocturnos desde el divorcio de sus padres, la poca vida del pueblo de Colby enseguida se le hace aburrida, hasta que coincide con Eli, otro trasnochador lugareño. Eli trabaja en la tienda de bicis local y antes era un campeón de BMX, pero abandonó su carrera cuando perdió a su mejor amigo en un accidente. Desde entonces, no se ha vuelto a subir a una bicicleta y apenas habla con nadie. Siempre parece callado y distante, hasta que conoce a Auden.
Auden saca a Eli de su cáscara y le ayuda, sin proponérselo, a sanar sus heridas, mientras que él le enseña lecciones básicas que se le habían pasado por alto. Entre ellas, que cometer fallos es la forma humana de evolucionar, porque no se puede hacer todo bien a la primera.
Como es habitual en las novelas de Sarah Dessen, un argumento sencillo lleva a cambios estructurales en la forma de ser y de ver el mundo de su protagonista. Durante un verano en el pueblo imaginario de Colby, Auden sale de su burbuja de estudio y excelencia gracias a los nuevos amigos que entran en su vida. Aprende a cometer errores y aceptarlos y a no juzgar a la gente por sus apariencias. Y de paso, encuentra el amor.
Su estilo cercano nos lleva a través de la transformación de la protagonista paso a paso para que podamos empatizar con ella e incluso identificarnos con su carácter y su evolución a lo largo de la historia. Una vez más, Sarah Dessen no decepciona con esta novela dulce e inspiradora de un verano en el que aprender a «dejarse llevar».