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Cueto Negro
Mónica Rodríguez

Lóguez
Reseñas de novedades El Templo#85 (diciembre 2021)
Por Gemma Cáceres
2.391 lecturas

«Aquel cielo hondo e inacabable me inspiraba lo mismo que su silencio. Todo tenía una dimensión y una profundidad mayor que en la ciudad. Hacía que mi pensamiento se detuviera. La grandeza de la montaña me emocionaba. Lo hacía de un modo íntimo, sin palabras. Nada de esto podría haberlo expresado entonces».

Cecilia no recuerda la primera vez que estuvo en la sierra. Desde que era una niña, ha pasado los fines de semana esquiando en Pajares con su familia. Volver allí cada año, al albergue, significa el reencuentro. Con la montaña cubierta de nieve, esa que Cecilia promete escalar sola, y con las familias que, como ella, vuelven a la estación para deslizarse por las laderas de Cueto Negro.

Sin embargo, esa vez todo es diferente. Durante esos días, Cecilia descubre que eso que siente cuando ve a Mario y que no puede explicar es amor, y entiende el significado de las miradas de los adultos. Poco a poco, Cecilia siente que crece, pero presenciar un acto terrible y guardarlo en secreto hará que deje atrás a la niña inocente que era cuando llegó a la montaña.

Cueto Negro es una novela de recuerdos. En ella, Mónica Rodríguez usa la voz de la protagonista, ya adulta, para narrar de una forma íntima lo que se siente en esa etapa de descubrimiento que es la adolescencia. Las grandes descripciones, tanto del entorno como de lo que vive Cecilia, nos acercan más a ese sentimiento de madurez. Esto, junto con los detalles sobre lo que ocurrirá después de ese fin de semana, nos dan una idea de su importancia y de la evolución de los personajes más allá de la historia.

En definitiva, Cueto Negro es una obra sobre el primer amor, ese que no se olvida y nos descubre el deseo. Pero, sobre todo, es una novela llena de secretos. De los que esconden los adultos, los que guarda uno mismo y los que hacen daño, pero contarlos puede cambiarlo todo, aunque se pierda la inocencia por el camino.