Tobias Eaton necesita escapar. Durante años, ha soportado las agresiones por parte de su padre, y la situación no ha hecho más que empeorar desde la repentina muerte de su madre. Es por ello que, cuando se le presenta la oportunidad de cambiar de facción y dejar atrás el infierno en el que ha vivido desde siempre, no duda y decide trasladarse a Osadía.
Bajo esta premisa se presenta la esperada precuela de Divergente, en la que, mediante cuatro episodios (El trasladado, El iniciado, El hijo y El traidor) y tres escenas adicionales, Veronica Roth vuelve a sumergirnos en el universo distópico que ha conquistado a miles de lectores. Esta vez, sin embargo, veremos este universo a través de los ojos de Cuatro, el misterioso instructor que conocíamos en el primer libro y que no tardó en convertirse en uno de los engranajes principales de la trilogía.
Veronica Roth ha sabido estar a la altura de las expectativas que todos sus seguidores tenían respecto a esta novela. Sin caer en las historietas irrelevantes o datos ya intuidos previamente por el lector, la autora nos presenta una precuela que tiene su razón de ser, ya que en ella residen las raíces de muchos de los conflictos en los que se basará la trama de los siguientes libros. En Cuatro, se aportan escenas o pequeños detalles que constituyen las piezas que, desde el punto de vista de algunos lectores, les faltan a Insurgente y Leal para terminar de encajar completamente.
Sin embargo, lo más destacable de este libro, como no podía ser de otra manera, es el elaborado proceso de construcción que lleva a cabo la autora para presentarnos a Cuatro, el inaccesible instructor que intimida tanto a Tris y que, a pesar de la dureza de su apariencia y actitud, aún lleva mucho de Tobias Eaton consigo. De esta manera, nos encontramos con un personaje redondo, con miedos, y que también comete errores.
Al igual que sucedía en Divergente, la ambientación representa un papel fundamental en esta precuela. Años después, el lector regresa a la iniciación de Osadía de la mano de Cuatro y, a pesar de conocer ya aspectos de este proceso, como la competitividad o los juegos osados, a Veronica Roth no le cuesta volver a maravillarnos mediante escenas frescas, originales y que, además, nos permiten conocer a fondo la personalidad de los miembros de esta facción. Así, lugares como el Pozo o el Abismo, se convierten en el escenario ideal para que comiencen a brotar los primeros nudos argumentales.
Si te gustó Divergente, no puedes perderte la historia de cómo empezó todo.