Alex Green ha aprendido con los años que es mejor no hacer preguntas. Las preguntas son peligrosas y llevan a las mujeres a cometer actos que de otra manera ni se plantearían. Al menos eso es lo que piensa su padre, así como la mayoría de la sociedad de los años 50. Pero en 1955 tiene lugar la Dragonización masiva, donde más de 650.000 mujeres se transforman en dragones y salen volando para no volver a ser vistas nunca más. La tía de Alex, Marla, es una de estas mujeres, y deja atrás una hija, Beatrice, a quien la protagonista quiere más que a nada en el mundo. Pero el gobierno niega lo ocurrido, finge que nunca ha pasado, y cuando algo no ha pasado, no se puede aprender de él. Sin embargo, Alex no va a permitir que eso se interponga en su deseo de desentrañar el misterio y la verdad detrás de la Dragonización.
La historia se desarrolla en un contexto donde las mujeres han sido tradicionalmente relegadas a roles secundarios, unos años 50 que todos conocemos. Todos los personajes femeninos se ven subyugados por una sociedad que las ve como un accesorio. Barnhill teje una narrativa rica en simbolismo, explorando temas como el empoderamiento, el trauma generacional y la memoria colectiva. La protagonista, Alex, navega por un mundo que intenta suprimir y olvidar la transformación de las mujeres en dragones, reflejando cómo la sociedad a menudo intenta invisibilizar todo aquello que incomoda.
Los personajes de Cuando ellas fueron dragones son complejos y bien desarrollados. Alex es una heroína valiente y curiosa, cuya búsqueda de la verdad y el entendimiento personal resuena con fuerza durante toda la novela. La relación de Alex con su madre y su tía, ambas afectadas por la Dragonización de maneras muy distintas, está llena de matices y profundiza en las dinámicas familiares y los lazos de afecto y dolor. Pero, ante todo, el vínculo entre Alex y Beatrice, dos primas que solo se tienen la una a la otra, es el corazón de la historia, que late hasta sus últimas páginas.
El estilo de la autora es lírico y evocador, mezclando realismo mágico con una narrativa histórica alternativa. Utiliza una estructura que alterna entre el punto de vista de Alex y documentos ficticios que proporcionan una visión amplia y multifacética del impacto de la Dragonización desde un punto de vista científico y social. La mezcla de las dos narraciones permite descubrir la sociedad del momento y el análisis que se hizo de los eventos que tuvieron lugar durante aquellos años.
Aunque es cierto que la metáfora se queda un poco corta, sobre todo en lo que a género y feminismo clásico se refiere, consigue encapsular lecciones básicas sobre igualdad y sororidad que nunca deben olvidarse. Kelly Barnhill ha creado una obra que no solo entretiene, sino que también invita a una profunda reflexión sobre la liberación femenina y el poder de las mujeres para transformar sus vidas y, por extensión, el mundo que las rodea.