Conoces el cuento. Rapunzel. Una muchacha que desconoce su verdadero origen y que se encuentra recluida en una altísima torre por su propia madre, su dueña. Luce una larga cabellera rubia, fruto de años sin un corte de pelo. Un príncipe que escucha su voz y se enamora perdidamente de ella. Raudo, sube los muros de piedra aferrado a la larga melena de la muchacha.
Cress, la Rapunzel de Marissa Meyer, está encerrada en un pequeño satélite que se encuentra entre la Luna y la Tierra. Dando vueltas alrededor de este último planeta, la joven sueña con el cielo azul, los árboles, la libertad y el amor.
Su señora, la taumaturga Sybil Mira, la mantiene allí desde los siete años. El estigma de Cress es claro: es una vacía. Pero también la mejor hacker de Luna, responsable de ocultar a los terrícolas las naves lunares que rodean y vigilan la Tierra, y de interceptar las conversaciones privadas de sus dirigentes desde su satélite.
Una chispa de rebeldía cambiará su vida para siempre. Ayudar a los fugitivos más buscados del planeta tiene consecuencias. Algunas, quizá, demasiado duras para una muchacha que ha vivido toda su vida a través de la pantalla de un ordenador en medio del espacio.
Marissa Meyer vuelve a las librerías españolas más de tres años después de la publicación de Scarlet con la tercera entrega de Las crónicas lunares en la que, tras Nueva Beijing y la campiña francesa, África se convierte en el telón de fondo. En este nuevo tomo, personajes de libros anteriores tendrán mucho más protagonismo y encontraremos más puntos de vista que divergirán en hasta seis líneas argumentales simultáneas.
El ritmo de Cress es mucho más pausado, sobre todo en su ecuador, que el de los dos anteriores. Esto, lejos de entorpecer la lectura, aumenta la sensación de cercanía con los personajes ya que, además de presentar a la joven Cress, conocemos un poco más a los secundarios introducidos en Scarlet, especialmente al capitán Thorne. Meyer se detiene para profundizar en sus personalidades y nos presenta otros nuevos rostros muy atractivos y que prometen bastante. Por otro lado, la atmósfera del asfixiante desierto africano, así como de las grandes metrópolis del futuro, están creadas a la perfección con ese estilo tan cinematográfico como literario que ya se vio en Cinder y Scarlet. Aun así, cabe destacar la asombrosa madurez narrativa que la autora ha alcanzado en esta obra, que contiene la mejor narración de la tetralogía hasta la fecha.
Finalmente, Cress culmina en unas últimas cien páginas impactantes, con potencia y calidad. Winter, el último libro de la saga, lo tiene difícil: este retelling de la princesa de melena interminable es una de las mejores novelas del año.