«Lugh nació primero. Luego yo. Dos horas más tarde. Lugh va primero, y yo, pues le sigo detrás. Y no pasa nada. Eso está bien. Es como tene que ser».
La vida de Saba se rige por dos verdades: siempre ha sido dura, pero también predecible. En lago de Plata solo viven ella, su gemelo Lugh, la pequeña Emmi y Padre. Lugh es el sol que los mantiene con energía tras la muerte de Madre, pues su padre enloqueció. Ella es la sombra de Lugh, lo sigue allá donde vaya.
Y ahora Lugh quiere marcharse. Aunque nunca ha ido más allá del hogar, no soporta los estragos que la sequía interminable causa a su familia. Pero Padre no atiende a razones. Una comitiva de invasores decide por ellos: aparecen de repente con orden de secuestrar a Lugh. En el fragor de la lucha por evitarlo, Padre muere. Y Saba hace lo que siempre ha hecho: sigue a Lugh. Lo va a rescatar.
Así comienza la frenética travesía de Saba por el desierto y las tierras postapocalíticas de este futuro distópico. La novela se estructura en función de los escenarios que atraviesa en su búsqueda. Cada parte rebosa acción y emoción, a través de una escritura cinematográfica que te lleva a devorar las páginas. La autora cuenta que se inspiró en la película Centauros del desierto para crear la ambientación; a nosotros nos recuerda además a Mad Max: Fury Road.
Saba destaca como una de las protagonistas más interesantes que hemos leído en una distopía: por supuesto, es una guerrera valiente y letal, y eso supone que a veces se pasa de cabezota y grosera; atesora su independencia, pero aprende que, al final, necesita de los demás.
Con todo, lo mejor es ella como narradora. Los personajes de este mundo hablan mal: tienen fallos gramaticales, no conjugan los verbos irregulares... y así aparece en el libro (decido, hacido, ponido). Chirría al principio, pero enseguida te acostumbras y te partes de risa con las expresiones de Saba, sus palabrotas y su malhumor. Le reconocemos a Verónica Canales Medina la labor titánica de la traducción.
Lamentablemente, el resto de la trilogía no vio la luz en España. No obstante, Corazón de fuego funciona como historia independiente y merece la pena adentrarse en él. Y no lo decimos nosotros: reconocimientos como el prestigioso Premio Costa avalan su calidad.