El curso no va como Addie esperaba: Jenna, su mejor amiga, solo pasa tiempo con Emily y, como la que iba a ser su profesora, la señorita Bright, enfermó, ahora su tutora es la señorita Murphy. La señorita Murphy ya dio clase en su día a Keddie, la hermana mayor de Addie, que al igual que ella también es autista, y se encargó de hacerle la vida imposible.
Ahora bien, es en clase donde el cerebro de Addie, que nota todo más y lo procesa de forma distinta, da con un tema que le robará el sueño: los juicios de brujas que tuvieron lugar hace siglos en Juniper, un pueblecito de Escocia. Y, aunque parece que las personas neurodivergentes siempre tienen las de perder, Addie solo se dará por vencida cuando ella lo decida. No lo hará cuando intenten derrotarla, como a las mujeres que, por el simple hecho de ser diferentes, torturaron y asesinaron; a las que hoy día los residentes actuales se niegan a pedir perdón, porque, en un mundo neurotípico, la vergüenza pesa más que la bondad.
Elle McNicoll, escritora escocesa neurodivergente de literatura infantil, entró por la puerta grande en la industria editorial británica: con su novela debut, Como una chispa, que aterriza en España con traducción de Sara Bueno Carrero, ganó el Waterstones Children’s Book Prize 2021. Desde entonces, McNicoll ya ha publicado otras dos novelas, que han tenido una recepción igual de positiva que la primera.
Como una chispa es una novela que, para variar, está escrita no solo con los lectores neurotípicos en mente, sino también con los lectores neurodivergentes: «Creo que tiene que ser muy difícil para las personas neurotípicas imaginarse una forma totalmente distinta de pensar y sentir, en la que todo suena más fuerte y brilla más intenso. En la que todo es mejor y peor».
La autora se centra en hacer partícipe al lector de los sentimientos de Addie, quien ha decido pelear por lo que considera que es justo y que, en el camino, habrá de abrirse paso en un mundo adulto altamente neurotípico en el que, afortunadamente, no está sola. Tiene a sus hermanas, a sus padres, a su amiga Audrey… personajes todos ellos, como la propia Addie, redondos. De hecho, los únicos que no evolucionan son aquellos que, como en la vida real, por su estrechez de miras, son incapaces de hacerlo.
Así pues, la autora ha conseguido dar vida a una novela bellísima y dolorosamente realista, que, sin dejar de ser ligera y entretenida, es a su vez emocionante, enérgica y sobre todo muy poderosa.
Solo nos queda decir que, tal y como la propia McNicoll dice en los agradecimientos, «el cambio se logra poco a poco, pero está en manos de gente maravillosa», y ella, a nuestros ojos, es sin duda una de esas personas maravillosas y brillantes que allanan el camino.