Esta es la historia de dos hermanas: Ele, de doce años y Eco, de seis. Ele acaba de cambiarse de instituto para asistir a uno con un programa especial de artes, el mismo al que fueron sus padres. Su mayor preocupación es caer bien a todo el mundo y controlar la ansiedad que a veces se apodera de ella. Y todo parece ir bien hasta que, al salir de clase, aparece su padre para recogerla. Es evidente que algo va mal, pero no imagina esto: Eco tiene cáncer, un tipo de cáncer que solo afecta a cinco niños de cada millón.
La familia intenta mantenerse fuerte y optimista, pero no es fácil. Los padres de Ele apenas pueden permitirse vivir en Manhattan; ¿cómo se supone que van a pagar las facturas del hospital?
Aunque todos los miembros de la familia son importantes para la historia, Ele es la verdadera protagonista. La novela va mostrándonos la evolución de sus sentimientos: la reticencia a creer que pueda peligrar la vida de una niña tan pequeña, el egoísmo cuando se harta de que solo se hable de Eco, la inmensa gratitud hacia todos los que les ayudan... Paul Mosier los refleja fielmente y consigue que el lector empatice con todos los personajes. En algunos momentos aporta un punto de vista un poco idealizado de la enfermedad, seguramente porque estamos ante una novela middle-grade, pero en general se equilibra con otras situaciones más duras.
Cometas y deseos no es un libro con moraleja, pero en él subyace un mensaje de solidaridad: la gente es generosa, al menos con las personas de su comunidad. Lo que no se dice, pero para el lector español es evidente, es que el drama habría sido mucho menor con una sanidad pública donde nadie dependiera de la generosidad de sus vecinos ni de su grado de popularidad en el barrio. Quizá ese es el debate que Paul Mosier debería haber aspirado a suscitar.
Si te gustan los libros de sentimientos intensos, con Cometas y deseos soltarás alguna lagrimita sin perder el optimismo.