Atención: esta es una reseña del quinto tomo de Cazadores de sombras. ¡No sigas leyendo si no has leído los volúmenes anteriores!
Jace ha desaparecido y, junto a él, el cuerpo de Sebastian, la criatura creada por Valentine con sangre de demonio. Mientras la Clave intenta dar respuesta a las incógnitas que rodean el suceso, Magnus Bane, el gran brujo de Brooklyn, con ayuda de los cazadores de sombras y Simon, ahora convertido en vampiro, está tratando de localizar a Jace con pocos resultados.
Entre tanto, la reina seelie ofrece un trato a Clary: si consigue hacerse con una pareja de anillos que están escondidos en algún lugar del Instituto, el hada le dirá a cambio el paradero de Jace. Sin embargo, lo que la chica no sabe es que el cazador de sombras, durante este tiempo, parece haber hecho muy buenas migas con Sebastian. Algo que, a todas vistas, parece un disparate después de que Sebastian asesinara a sangre fría al pequeño Max. ¿Qué está pasando con Jace? ¿Aceptará Clary el trato de la reina seelie?
Cassandra Clare vuelve a la carga con esta trepidante historia y ese estilo tenebroso y adictivo al que ya nos tiene acostumbrados. La saga coge fuerza de nuevo en esta quinta entrega, que resulta mucho más emocionante que la anterior, y vuelve a ser rápida y llena de acción, con un estilo visual en el que ocurren cosas constantemente y que nos lleva de un personaje a otro sin apenas darnos cuenta.
Además, en Ciudad de las almas perdidas, nos reencontramos con unos protagonistas con mucho más gancho y madurez, que volverán a experimentar lo duro que es perder a un ser querido.
Ya solo nos queda esperar a que Ciudad del fuego celestial salga a la luz en 2014 para ponernos todos melancólicos con el final de esta saga que, sin duda, ha marcado a toda una generación de lectores.