Tras varios milenios de guerras y conquistas, el imperio de Akidavia al fin prospera en paz. El reinado de Vintanelalandali, la decimoséptima encarnación del Eterno Emperador, no augura grandes complicaciones. La corte solo tiene que esperar a que su pelo se torne blanco para presentar a la joven en sociedad, lo que a sus dieciséis años debería ocurrir en cualquier momento.
Lejos de la capital, en la región de Gratitud, vive un muchacho de la Larga Noche y de nombre corto, Kelan. Lo primero significa que nació en ausencia de un Emperador, y por lo tanto podría haber sido la reencarnación de Su Divinidad, pero no lo fue; lo segundo denota su baja posición social. En definitiva, le espera un futuro triste y un presente miserable.
Sin embargo, Kelan descubre cómo cultivar el grano, una habilidad que podría cambiar el porvenir de su región. Eso no les gusta a los poderosos de nombres largos, pero Vintanelalandali está ocupada en otras cuestiones. Así, la paz prometida se desintegra con la revolución más inesperada: la de los esclavos.
Laura Gallego vuelve a cambiar las reglas del juego. En su nueva novela, los emperadores viven durante mil años y se reencarnan al azar en cualquier recién nacido. El territorio se divide en provincias que evocan las cualidades de sus ciudadanos: Obediencia, Rectitud, Paciencia, Alegría… Y la longitud de los nombres demuestra la clase social.
Además del gran detalle y profundidad del universo, destaca la habilidad de la autora para dar vida a personajes creíbles y cercanos. La voz de Vintanelalandali, que conocemos a través de su diario, se corresponde con la de una joven que ha asumido un rol de gran responsabilidad desde su nacimiento, pero que sigue siendo una niña. A lo largo de la obra seguimos su crecimiento, que se intercala con la evolución de Kelan, como si asistiésemos a un acontecimiento de gran relevancia para nuestras vidas. Nos convertimos en habitantes de Akidavia y, como es lógico, nos preocupa el nombramiento de nuestro Eterno Emperador (y los rumores que brotan en cada esquina).
Tal es el poder de la maestra de la fantasía nacional que nos traslada mediante palabras a los fascinantes recodos de su imaginación. Por eso sus historias sobrevivirán, como los emperadores, durante mil años.