Huir. Eso es lo que lleva haciendo Maggie, junto a su familia, toda la vida: cambiando de pueblo, de amistades e, incluso, de nombre; intentando pasar desapercibida siempre. La conocemos cuando se acaba de instalar en un pequeño y remoto pueblo de Estados Unidos, bajo el nombre de Carol. Y es que el Estado lleva años detrás de ella. ¿El porqué? Tiene una mente privilegiada, y creen que podría ser muy útil para la investigación, además de que quieren saber qué es exactamente lo que la hace tan especial. Pero tanto ella como su familia se niegan a convertirla en una esclava del sistema. Su sueño es poder llevar una vida lo más normal posible, aunque tal deseo sea inalcanzable.
A Maggie nada se le resiste: es capaz de resolver los problemas matemáticos más complicados, crea algoritmos infalibles para las apuestas deportivas, es un as de la nanotecnología. De hecho, por eso la están buscando: creen que podría beneficiarles enormemente.
Maggie se resigna a llevar esta vida de huidas e invisibilidad. Sin embargo, todo cambiará al conocer a William, un chico de su instituto. ¿Será capaz de dejarlo atrás cuando llegue el momento?
Cazando flores en la oscuridad es una historia con toques futuristas, narrada en primera persona, sobre las ansias de libertad. Una libertad que no deja de ser poder vivir la normalidad de una chica adolescente. Igualmente, se plantean temas interesantes como la moralidad de los procesos de investigación de las grandes potencias o las guerras intelectuales que hay entre ellas.
Aunque el mensaje es muy potente, se ve obnubilado por las intenciones de la protagonista. ¿Realmente quiere luchar por ella misma o por el chico que acaba de conocer? La relación entre estos dos personajes es, sin duda, demasiado edulcorada.
Aun así, la última novela de Sierra i Fabra supone un giro de 180 grados respecto al resto de obras románticas del autor. ¿Te animas a acompañar a Maggie a cazar flores en la oscuridad?